>El
Depor… Tivo
Salvador
Medina
México
se ha ganado el derecho de una vez más asistir a la mayor fiesta de futbol, al
Mundial de Rusia 2018, y con esto un nuevo sello en su pasaporte que quizá
significa algo más que eso, quizá el más importante, el más representativo, el
que nos haga soñar o ver la misma película que hemos visto durante muchos
mundiales, con diferentes actores y protagonistas, pero siempre el mismo
desarrollo y final.
Esta
vez se llega al Mundial de forma prematura, haciéndonos recordar el proceso
mundialista del estratega argentino Ricardo Lavolpe, donde cumplió con su
declaración de acceder al Mundial de Alemania 2006 “caminando”, los fantasmas del
proceso mundialista pasado para Brasil 2014 parecen haberse quedado como una
mala experiencia, un pésimo recuerdo, un susto verdaderamente fuerte, aquellos
agónicos últimos minutos en el estadio de Costa Rica y simultáneamente se
jugaba el Panamá contra Estados Unidos y de no ser por la sorprendente
voltereta de los norteamericanos a los canaleros, nos hubiéramos quedado afuera
de la fiesta mundialista ni siquiera con posibilidad del jugar el repechaje.
Ahora
por esta ocasión ya no dependimos de nadie, no nos salvaron del fracaso, esta
vez los méritos son propios del combinado mexicano, sumando así su séptima
participación consecutiva en el Mundial, una oportunidad más para poder soñar
que ahora si las cosas serán distintas, que ahora si lograremos llegar más
lejos, olvidar el “jugamos como nunca y perdimos como siempre”, dejar atrás los
malos recuerdos y los tragos amargos, de crecer y recomponer el camino.
El
proceso actual del entrenador colombiano Juan Carlos Osorio ha sido demasiado
bondadoso con los resultados, la marca positiva y la efectividad lo avala, el
respaldo del técnico cafetalero es propiamente resultadista, porque a pesar de
las formas y las criticas el porcentaje victorioso lo ayuda, las dudas entran
justo en el momento que en los compromisos importantes el equipo mexicano se ha
visto demasiado vulnerable y frágil, la peor goleada en contra ha sido
precisamente en este proceso y con la llamada “generación dorada” arrastrando
el prestigio en aquella Copa América contra el equipo chileno, y una vez más
México nos dejó con ganas de más en la reciente Copa Confederaciones, Alemania
nos dio las cachetadas de realidad que nos urgían.
La
realidad engañosa entra en el punto debatible de siempre, una vez más se ha
dejado claro que en nuestra zona somos el equipo más fuerte y sólido,
asegurando de forma prematura la presencia mexicana representando a Concacaf,
sin perder de vista que futbolísticamente hablando es una confederación que
carece de competitividad y calidad, entonces para México siempre será una
obligación hacer lo que se ha logrado en dicho proceso mundialista, sin embargo
no siempre se clasifica con tanta anticipación.
México
puede demostrar en repetidas ocasiones el dominio que tiene en Concacaf, lo ha
hecho y muchas veces, pero en los grandes retos siempre se ha quedado a deber,
el nivel de Sudamérica y Europa nos ha dado cachetadas de realidad, repetitivas
y sumamente dolorosas, entonces ¿Cuál es nuestro verdadero nivel?, ¿Qué tan
lejos podemos ser capaces de llegar?, esperemos que dicho parámetro llegue de
aquí a un año en el Mundial, y que sea positivo como todos lo hemos esperado
durante años, ¿esta será la buena?.
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