Compuesto de una variedad de
registros narrativos, Un sol que llena
tus pupilas, de Pedro Mariscal, reúne catorce escritos que van del relato
al cuento, de la anécdota de hechos personales a las memorias de un tiempo que
ahora—visto en perspectiva— fue épico.
No es casual entonces que Mariscal
comience este cuaderno de historias con un relato que narra un acontecimiento
personal. Pedro fue maestro rural. La docencia fue la formación que le abrió un
universo y lo que en un tiempo fueron experiencias humanas ahora son hechos que
le dan pie para reconstruir una época en la que todo fue una aventura. El rigor
de la vida le exigió al narrador una manera de existir, le otorgó una visión
del mundo y le mostró un abanico de experiencias que a la postre —es decir: ahora— es materia literaria.
Todo lo que le acontece a una
persona a lo largo del tiempo es factible que alguna vez se convierta en escritura, sin embargo para que eso
suceda faltaría, en todo caso, una maduración meditada y en acompañamiento de
la lectura de buenos libros para que de ahí se extraigan el complemento
necesario para que surja la efectividad técnica cuando se cuenta nuestra propia
historia de vida sin que parezca un simple anecdotario banal, sino para que sea
—como ha dicho Janis Bellow en el prólogo a los Cuentos reunidos de su marido Saúl Bellow—: “Cuando los retazos de
vida empiezan a introducirse en una obra, siempre hay algo mágico en la manera
en que se elevan del pasado reciente (o lejano) para ser amasados y moldeados y
transformados con sutileza en narrativa”.
Ahora recuerdo esa frase al leer
los cuentos de Pedro Mariscal porque de algún modo en Un sol que llena tus pupilas, ocurre eso mismo: los relatos nacen
de esa materia vital que han conformado a la persona que Pedro es en la
actualidad; sin embargo también en este cuaderno hay cuentos que todo indica
han sido creados a partir de la fuerza de la imaginación, pero sin abandonar un
principio anecdótico que los impulsa en un inicio y luego van hacia otra parte,
a donde uno no espera, a la vida de otra parte de nuestro ser y nos embelesa y
nos aterra y, también, nos maravilla. Y es que la materia narrativa aquí
dispuesta en Un sol que llena tus pupilas
logra en poco mucho. Y esa ley que debería ser cierta para todos en Pedro es
algo natural quizás porque Mariscal lo único que deseó fue contar, pero lo hizo
de tal forma que logró en cada uno de los textos reunidos un resumen de su
experiencia de vida y un todo.
He citado una frase que corresponde
a Saúl Bellow, sin embargo a la familia a la que pertenece Pedro Mariscal es a
la que forman Juan José Arreola, Juan Rulfo y, a la vez, Luis González y
González que en su libro Pueblo en vilo
hace la microhistoria de San José de Gracia, al igual que Arreola en La feria hace de Zapotlán y de alguna
manera Rulfo con El llano en llamas
logra de toda la región del Sur de Jalisco y con Agustín Yáñez camina hacia las
costas de Jalisco y a Nayarit.
No obstante, Mariscal logra hacerse igual y diferente a
todos ellos, pues su recorrido va del Sur de Jalisco a otros espacios
geográficos y lo que hace es un resumen de nuestra idiosincrasia nacional que
cruza la frontera y parte hacia los Estados Unidos, y algo más grande:
profundiza en su ser y busca su voz narrativa y su imaginación para entregarnos
historias verdaderas y vívidas que vuelven único este Un sol que llena tus pupilas.
Una variedad de registros
narrativos —he dicho al inicio de este escrito—; una diversidad desarrollada
—lo digo ahora—; una variedad dispersa —puedo decir—, pero lo que debería decir
—y digo— es que Un sol que llena tus
pupilas es una unidad: contenida
en lo que llamamos vida e imaginación regida en un solo principio: el viaje y
la aventura que es —y debe ser— toda rica existencia para que en verdad sea
humana. Que Mariscal ha logrado convertir en escritura, en verdadera y eficaz
literatura.
Pedro Mariscal nació en Guadalajara
y parte de su infancia la pasó en San Isidro Mazatepec, en el municipio de
Tala; pero gran parte de su vida adulta la ha vivido en Zapotlán el Grande,
donde hace casi cuarenta años lo conocí...
15
de enero de 2017
Loma
Dorada,
Tonalá
* Este texto sirve como prólogo al
libro de Pedro Mariscal Un sol que llena
tus pupilas, que en breve editará la editorial Mala Estrella de
Guadalajara.
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