Alejandro Quiroz
Mis
ojos vieron un actuar sin justicia llegando al grado de perder el respeto a las
canas, mis ojos vieron ese día 15 de agosto, en el patio de presidencia el
olvido de saludar a todos, saludando solamente a algunos, mis ojos vieron caras
enojadas de ver otras caras enojadas. ¿Para qué pasa esto en nuestra comunidad?
Debemos ver que, si consideramos sólo a algunos como nuestros amigos, o más
cercanos y a otros ni los miramos, con ello juzgamos mal y no somos justos.
“Por sus frutos los conoceréis”, dijo Nuestro Señor para que analizáramos, ¿qué
fruto estamos dando? para que pensáramos en nosotros y viéramos cómo
reaccionamos ante los demás, para que cayéramos en la cuenta de que podemos ser
esos falsos profetas con cara de buenos, santos y perfectos, pero que por
dentro sólo buscan su propio bien y no el de los demás. Uno de los ganadores
del mérito ciudadano, el Sr. Julio César mencionó esa parte significativa de la
palabra de Dios para que la oyéramos. “Y conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres”, dijo también nuestro amado Señor Jesucristo. La verdad del día
quince de agosto, fue que el paro laboral inició a las 8 am. Eran después de
las 9, y todavía no había salido el señor presidente, ni ningún alto
funcionario para ver qué pasaba con la atención a la ciudadanía que no se
estaba dando a causa de la suspensión de labores de servidores públicos, y eso,
significa algo.
Significa que no se pensó en el pueblo. Se pensó en unos
revoltosos que no lo somos. ¿Para qué es este movimiento? Para buscar una
reacción en la autoridad y que se mejore la atención a un pueblo que lo
requiere. Este hecho, tiene su raíz en que no se ha capacitado, ni motivado al
personal de una manera sistemática. La protesta, refleja una falta de visión
hacia las prioridades que debe tener y cuidar todo organismo laboral o
institución. La administración ha enfocado esfuerzos a la obra pública y este
punto es bueno, pero se debilita al faltar el apoyo a la fuerza humana que
produce esa obra pública. El fruto no es maduro. En la manifestación del 15 de
agosto del 2017, año de Jesucristo, ya en el patio central, no se nos saludó,
no se nos dijo: "Buenos días" de parte de la autoridad municipal
representada por el Lic. Alberto Esquer. Cuando los compañeros levantaron sus
pancartas a fin de que se viera su manifestación, y todos lo vieron, se
esperaba la palabra que no se dijo: “Hola compañeros servidores, sé que están
en paro. Buscaremos una solución a sus demandas, gracias por acompañarnos en
este evento”.
Esa es la autoridad que tiene amor, más que justicia. Tenemos un
Dios de amor, más que un Dios de justicia. Mis ojos vieron los aumentos de
sueldo de 5, 2 o más miles, de los funcionarios públicos y los cientos de pesos
de los servidores de base. Algo pasa y debemos verlo; solamente el sometimiento
a un Dios amoroso y benigno, puede traer amor a nuestros corazones, para ver
que hubo una lucha no fácil, este martes en las filas de los trabajadores del
H. Ayuntamiento. Hubo unidad. Hubo desatención al pueblo. Hubo disculpas de los
que servimos por el paro. Hubo premios al mérito ciudadano a cinco ciudadanos
muy respetables. Hubo una mención de Dios por parte del alcalde. Hubo una
palabra del Hno. Navia que nos recuerda en sus oraciones, gracias hermano. Hubo
una promesa del galardonador Ascencio para servir a su pueblo. Hubo miradas
feas a los trabajadores como diciendo ¿Qué hacen aquí? Si es nuestro lugar de
trabajo, es donde servimos a este pueblo y estamos realizando una manifestación
legítima y pacífica. Hubo sillas que faltaron y no se trajeron. Estaban las
blancas y no se acercaron. Podrían haber estado sentadas todas las personas.
Podría haber empezado a tiempo el evento. Ese día especial, mis ojos vieron las
lágrimas de mi amigo Luis Barragán a quien se le quitó el apoyo del programa 65
y más y pasa dificultades. Mis ojos vieron sus lágrimas de pesar por su joven
amado. Qué necesidad tienen los hijos de ser buenos con sus padres, de
honrarlos y obedecerlos para que les vaya bien en esta vida.
Mis ojos vieron
que no es sólo decir: “Fuera Esquer”, si no que en ese decir se oye la voz
interior del pueblo que dice: Fuera de todos nosotros
la falta de humildad, fuera del papá todo deseo de someter a los hijos y a la
madre. Fuera todo mal consejo de los profesores a los alumnos. Fuera toda
opresión de los patrones a los trabajadores. Fuera toda falta de fidelidad en
los matrimonios. Fuera toda palabra de maldición de la boca de nosotros. Voz de
uno que clama en el desierto, enderezad los caminos del Señor. Cambien su
manera de actuar y de vivir. Honren a Dios Padre. Voz de libertad para los
cautivos de dogmas religiosos impuestos por hombres que te dicen que, si no te
confiesas cada año, pecas, y aún, que te confieses ante un hombre igual que tú
de pecador o peor. Voz que confronta a los hombres que te mienten diciendo que
el Dios todopoderoso se hace una hostia o el vino se convierte en su sangre.
Cosas que reflejan la ignorancia del hombre. Voz que te dice no adores al palo,
o a la piedra, no te dejes engañar por los falsos cristos. Eso es lo que sale
de nuestro pueblo porque anhela tener un Dios vivo, que habla y bendice. “De
norte a sur, de este a oeste, ganaremos esta lucha cueste lo que cueste”. Es el
Dios de los ejércitos, Jesucristo es su Nombre. Siendo Dios, se hizo hombre
como muchos trabajadores que luchan por tener un trabajo seguro. Como muchos
mexicanos que anhelan tener un país hermoso, un gobierno sano, una vida buena.
Como servidores públicos tenemos derecho a capacitación, a motivación, a que se
nos permita conocer otros departamentos y sentirnos parte de una organización
unida. ¿Qué nos une? ¿Sólo el que nos paguen nuestro trabajo? ¿El gafete de
servidor público, que, por cierto, la mayoría de los empleados no lo porta y
ninguna autoridad promueve el que se porte? O como dijera un regidor que lucha:
“Yo no recibí el gafete por llevar un garabato y no el logotipo oficial” El
gafete tiene sentido no por si me gusta o no, tiene sentido para que el
ciudadano que llega a mí, sepa que no tengo que ocultar nada. Ahí está mi
nombre, ahí está mi puesto, estoy para servirte. En el organismo público
municipal se requiere capacitación en todos los niveles, en los funcionarios
que no atienden a las personas, que piden a la secretaria que les diga que no
están, o que no contestan el celular si no les gusta quien les llama; en los
empleados que no contestan las llamadas telefónicas porque no les
"toca", en los servidores que no han querido recibir reportes ni usar
el sistema servitel, porque piensan que tienen mucho qué hacer y eso no les
corresponde.
Es una lástima que ese sistema, implementado y trabajado con gran
esmero por los compañeros de Tecnologías de la información, no se utilice para
bien de la población, y para tener un mejor orden en la atención a las
peticiones y comunicaciones ciudadanas. ¿Hasta dónde hemos perdido la confianza
en que hay un Dios que todo lo ve y la fe para actuar, para vivir siendo
responsables, buscando superarnos y dando buenos frutos? Zapotlán el grande
necesita a Dios. El Ayuntamiento necesita saber que el Señor es su autoridad y
confiar en Él a través de su palabra. El conflicto es grande compañeros, y sólo
se puede solucionar si le permitimos al Señor que obre en nuestros corazones
para bien de todos y veamos que la gloria es para Él. La demanda de que el
gobierno no intervenga en los asuntos sindicales, la demanda de que se mejore
la atención a nuestro patrón, el pueblo. La demanda de, que se haga justicia en
el nivel salarial de los trabajadores, la demanda de que se les otorgue la base
a servidores que ya la ganaron, la demanda que se cumpla con lo que se dice,
sólo se alcanzará siendo veraces. Ese día 15 se dijo que la siguiente reunión del
personal inconforme con la autoridad sería el jueves por la tarde. El día 17,
ahí estuvieron los trabajadores del h, en el jardín principal a las 18 horas.
En ese jardín que refleja el esfuerzo renovado por hacerlo bonito, pero no
alcanzado, ya que todavía siente dolor por las talas de aquel día. Jardín, que
aunque se ha querido que se vea como un jardín bello, se ve con el desorden de
un pueblo que pisa el prado, que deja basura y que no lo quiere bonito, y con
la falta de firmeza de un gobierno que no pone orden convenciéndonos y
obligándonos a que lo cuidemos.
Qué pena seguir siendo desordenados, amigos de
esta ciudad, cuidémoslo, es nuestro jardín. Esa tarde, ahí estuvimos bastantes
servidores públicos, esperando la respuesta de la autoridad municipal, sin
recibirla. Esto es semejante a estar en una oficina para hablar con un
funcionario, y que mientras, llegue otra persona después de ti, y lo pasen
antes que tú que tenías ya el turno ganado. Hay corrupción, háganle como
quieran necesitamos cambiar. Hay cosas que se tienen que aclarar, como la
llevada de un trabajador a la ciudad de Guadalajara, y muchas más que sólo con
la confianza plena en nuestro Señor amado, podremos conciliar y mejorar. Es
tiempo de dejar todo yugo amenazador, toda crítica entre nosotros como
conciudadanos y como vecinos; es tiempo de perdonar y saber que somos un pueblo
que está unido y no en pleito. El Señor, nos ayude.
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