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miércoles, 30 de agosto de 2017

¿Leer, para qué?

Parte 1, la inteligencia

>Los conjurados 






Ricardo Sigala



Siempre se ha hablado de la importancia de la lectura, algunos arguyen que su práctica nos proporciona herramientas lingüísticas para la elocuencia verbal tanto oral como escrita, se refieren casi siempre al vocabulario o la ortografía; otros hablan de la adquisición de información y cultura, pero siempre, incluso en un país analfabeta funcional como el nuestro, la mayoría está de acuerdo en la importancia de leer.


En tiempos recientes, y desde la óptica de los estudios de nuerología y de la neurolingüista, se han multiplicado los acercamientos formales en torno al hábito de lectura y se ha concluido que uno de los principales beneficios que ésta proporciona es la estimulación de nuevas conexiones entre las neuronas.

            Pero ¿a qué nos referimos con estimular nuevas conexiones neuronales? En los años noventa los estudios de la nueva neurociencia cognitiva, comenzaron a hablar de neuroplasticidad, es decir, de la capacidad que tiene el cerebro de generar nuevas conexiones nueronales y con ello establecer un mayor número de redes neuronales, lo cual se traduce, sí, en inteligencia. Las personas que promueven la neuroplasticidad suelen ser más inteligentes que las que no lo hacen. ¿Cómo se logra esto?, pues los caminos son variados, aprender idiomas, tocar algún instrumento musical, jugar juegos de mesa, hacer ejercicio, bailar, cambiar de hábitos y, especialmente, leer. Esto supone que la inteligencia no es “una capacidad fijada e innata en cada persona, sino un conjunto de habilidades cognitivas en constante formación.

            Como se puede observar, esta postura echa por tierra la idea de que la edad formativa se reduce a la infancia y la juventud, pues las habilidades cognitivas son susceptibles de desarrollarse y mejorar durante todas las etapas del desarrollo humano. No podemos ser permanente alumnos, pero podemos conservarnos activos intelectualmente hablando, y la lectura es una de las formas más eficientes de hacerlo.

            Una de las cosas que más llaman la atención es la idea de que la lectura no sólo proporciona nuevas habilidades lingüìsticas, sino que “también se asocia con la inteligencia no verbal”, como lo señala Pablo Fernández-Berrocal, catedrático de Psicología de la Universidad de Málaga y especialista en inteligencia emocional. Se afrima que quienes leyeron en su infancia tienden a tener una mejor cpacidad de lectura en mediciones posteriores, pero además obtienen mejores puntajes en las pruebas de inteligencia general. El neurólogo español, de la Universidad del Las Palmas, Ayoze González asevera que "cada persona tiene una capacidad innata que puede potenciarse y desarrollarse. Y la lectura es un medio de potenciar las diferentes inteligencias, no solo la lingüística. Puede mejorar la inteligencia espacial, la inteligencia emocional, la capacidad de anticipación y lógica.”

            El mismo afirma que “aunque la capacidad intelectual es diferente en cada persona, ya que en parte la determina la genética, devorar libros es un medio de potenciarla. La lectura es a la inteligencia lo que el entrenamiento físico a la capacidad muscular”.


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