Parte 1, la
inteligencia
>Los conjurados
Ricardo Sigala
Siempre se ha
hablado de la importancia de la lectura, algunos arguyen que su práctica nos
proporciona herramientas lingüísticas para la elocuencia verbal tanto oral como
escrita, se refieren casi siempre al vocabulario o la ortografía; otros hablan
de la adquisición de información y cultura, pero siempre, incluso en un país
analfabeta funcional como el nuestro, la mayoría está de acuerdo en la
importancia de leer.
En tiempos
recientes, y desde la óptica de los estudios de nuerología y de la
neurolingüista, se han multiplicado los acercamientos formales en torno al
hábito de lectura y se ha concluido que uno de los principales beneficios que
ésta proporciona es la estimulación de nuevas conexiones entre las neuronas.
Pero ¿a qué nos referimos con
estimular nuevas conexiones neuronales? En los años noventa los estudios de la
nueva neurociencia cognitiva, comenzaron a hablar de neuroplasticidad, es
decir, de la capacidad que tiene el cerebro de generar nuevas conexiones
nueronales y con ello establecer un mayor número de redes neuronales, lo cual
se traduce, sí, en inteligencia. Las personas que promueven la neuroplasticidad
suelen ser más inteligentes que las que no lo hacen. ¿Cómo se logra esto?, pues
los caminos son variados, aprender idiomas, tocar algún instrumento musical,
jugar juegos de mesa, hacer ejercicio, bailar, cambiar de hábitos y,
especialmente, leer. Esto supone que la inteligencia no es “una capacidad
fijada e innata en cada persona, sino un conjunto de habilidades cognitivas en constante formación.
Como se puede observar, esta postura
echa por tierra la idea de que la edad formativa se reduce a la infancia y la
juventud, pues las habilidades cognitivas son susceptibles de desarrollarse y
mejorar durante todas las etapas del desarrollo humano. No podemos ser
permanente alumnos, pero podemos conservarnos activos intelectualmente
hablando, y la lectura es una de las formas más eficientes de hacerlo.
Una de las cosas que más llaman la
atención es la idea de que la lectura no sólo proporciona nuevas habilidades
lingüìsticas, sino que “también se asocia con la inteligencia no verbal”, como lo señala Pablo Fernández-Berrocal, catedrático de Psicología de la Universidad de
Málaga y especialista en inteligencia emocional. Se afrima que quienes leyeron
en su infancia tienden a tener una mejor cpacidad de lectura en mediciones
posteriores, pero además obtienen mejores puntajes en las pruebas de
inteligencia general. El neurólogo español, de la Universidad del Las Palmas,
Ayoze González asevera que "cada persona tiene una capacidad innata que
puede potenciarse y desarrollarse. Y la lectura es un medio de potenciar las
diferentes inteligencias, no solo la lingüística. Puede mejorar la inteligencia
espacial, la inteligencia emocional, la capacidad de anticipación y lógica.”
El mismo afirma que “aunque la
capacidad intelectual es diferente
en cada persona, ya que en parte la determina la genética, devorar
libros es un medio de potenciarla. La lectura es a la inteligencia lo que el
entrenamiento físico a la capacidad muscular”.
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