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martes, 22 de agosto de 2017

La muerte puede esperar



Samuel Gómez Patiño



Hace poco me encontré con un video en Facebook donde entrevistaban a un personaje y la pregunta central era si le gustaría ser inmortal. Me parece que muchos hemos reflexionado sobre la muerte e independientemente de nuestras creencias religiosas y culturales, el misterio de morir y que hay después de la muerte nos sigue inquietando.


            Imagina el escenario: eres inmortal, puedes sobrevivir a cualquier catástrofe, enfermedad, ataque delictivo armado, no puedes morir. ¿Qué te levanta por la mañana? ¿Por qué hacerlo hoy, si tengo toda la eternidad para terminarlo? Andaríamos por la vida sin la preocupación del mañana, al día siguiente seguiría con vida.

            La vida es sólo un ciclo, somos concebidos, nacemos, crecemos, nos reproducimos, envejecemos y morimos. Todos los seres vivos completamos el ciclo, está en cada uno alargar el tiempo de duración en este ciclo. Al final de cuentas lo único seguro al nacer es que nos vamos a morir.

            La respuesta del personaje fue interesante, lo mejor de la vida es que podemos morir. Si no fuera así, que caso tendría trabajar o estudiar, por ejemplo. Tenemos que vivir sabiendo que algún día tendremos que morir, porque esto es lo que nos impulsa a hacer algo, trabajar, innovar. Curiosamente nuestro miedo a morir nos impulsa a vivir y disfrutar de sus retos, de lo bueno y de lo malo, de los momentos, en fin de la vida.

            La visión de un negocio es un conjunto de valores y la definición de un estado ideal que se desea alcanzar (El Profesor, 2013). Las organizaciones, de manera consciente o inconsciente tratan de trascender su generación. Cualquier negocio que empieza a formalizarse debe pensar a largo plazo. A veces les comento a mis alumnos, que en México iniciamos un negocio, arreglamos el local, hacemos una inauguración, celebramos una misa y creemos que al día siguiente ya somos millonarios.

            ¿Acaso las empresas se vuelven inmortales? No. Al igual que las personas toda organización tiene un ciclo: se concibe, se formaliza, se inaugura, crece, se multiplica y eventualmente se cierra. Depende de las habilidades de sus administradores para alargar la vida de su negocio y lograr que trascienda inclusive a sus creadores. Como Disney, Coca-Cola. Televisa, Bimbo, Wal-Mart y muchas otras.

            ¿Debemos abrir nuestro negocio pensando que algún día ya no existirá? Sí. La única forma de sobrevivir es reinventarse todos los días, por lo que los administradores de los negocios deben saber desde el inicio que podemos fracasar y eventualmente caer ante la competencia.

            ¿Debemos tener miedo a fracasar? No. Es como no aprender a nadar por miedo a morir ahogado. Debemos permanecer impávidos ante el miedo al fracaso, es inherente del riesgo de hacer algo, pero tampoco nos vamos a tirar al mar en nuestra primera lección para aprender a nadar.

            Me parece que al igual que a las personas, en las organizaciones no ser inmortales las hace más fuertes, innovadoras, creativas, competitivas; las ayuda a disfrutar del camino, levantarse del fracaso, sonreír y regresar al camino. Las grandes empresas siguen ahí porque no se duermen en sus laureles, al igual que un ser vivo llega a la cima y busca la siguiente.

            Empresas como Kodak, quienes crearon la cámara digital, pero que ellos mismos no se dieron cuenta de su utilidad hasta que fue demasiado tarde. Comprar un rollo y la cámara, tomar fotografías y llevarlas a revelar, tener que esperar a ver el resultado (siempre salía alguna mal tomada) ya no era relevante, ahora los Smartphone o teléfonos inteligentes tienen la capacidad de tomar buenas fotografías, poder mirarlas inmediatamente, almacenarlas en otros dispositivos o si es necesario imprimirlas. Los administradores le llamamos miopía de la gerencia, no vieron más allá de su negocio y a donde se movía el mercado, ahora Kodak, de ser el gigante mundial de la fotografía lucha ´por sobrevivir.

            En los últimos años de vida de mi padre, quizás unos tres años antes de partir, me solicito que lo llevara al hospital, rondaba los 80 años y pensé que se sentía mal de salud por lo que le pregunte qué era lo que tenía y me dijo: ¡quiero que me lleves al hospital y le digas al doctor que ya no quiero vivir!

            Le comenté que no era posible que lo hiciera, que siendo creyente de Dios se preguntara que le faltaba por hacer, ¿Cuál sería la misión que tenía que terminar? Murió varios años después, me parece que encontró que era lo que faltaba para que partiera en paz.
            La próxima semana, no es lo que dices sino como lo dices.       
                       
Me gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño

*Vicepresidente Educativo del Club Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de Contaduría y Administración, en Tijuana

Universidad Autónoma de Baja California

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