>El
Depor… Tivo
Salvador
Medina/El Volcán
Después
de haber recibido tan lamentable noticia aquel 28 de noviembre de 2016, una
fecha que movió a todo el mundo y no solo al del futbol sino también a personas
ajenas al deporte, hechos que nos mueven fibras, donde no existen
nacionalidades, equipos de preferencia, interés propios, solo existe
incertidumbre y lamento global, unión de fuerzas, muchas voces fueron
escuchadas, imágenes que parecen salir de una película y que ojalá de eso se
hubiera tratado de un filme dramático narrando la historia de un equipo de
futbol que volaba hacia la gloria, el éxito y el sueño de levantar una copa,
pero no fue así no se trató de un guion de cine, sino de una realidad que sin
duda nos golpeó.
Chapecoense
viajaba a Medellín para disputar el partido de ida de la final de la Copa
Sudamericana. Sin embargo, el vuelo que les transportaba desde Santa Cruz
(Bolivia) hasta Colombia se quedó sin combustible y se estrelló a pocos
kilómetros del destino, un vuelo que llevaba más que un equipo de futbol, gente
soñadora, capaz, auténticos guerreros, falleciendo 71 de los 77 pasajeros,
entre ellos 19 futbolistas, el presidente, el entrenador y cuerpo técnico, de
los 25 jugadores convocados, solo sobrevivieron tres: Jackson Follmann (al que
amputaron una pierna), Alan Ruschel y Helio Zampier Neto.
Y
volando hacia la gloria se quedaron en un sueño del cual no podían despertar,
disputar una final a nivel continental contra el Atlético Nacional de Colombia
les significaba su máximo logro futbolístico de la historia, incluso más que
los ascensos tan rápidos que tuvieron en un periodo de 2007 al 2013 de la Serie
D (cuarta división de Brasil) al máximo circuito, al poderosísimo y siempre
complicado Brasileirao, viendo de frente a equipos de grande alcurnia como Sao
Paulo, Fluminense, Cruzeiro, Palmeiras, Flamengo, Santos, entre otros, en ese
momento el modesto Chapecoense ya pertenecía al selecto grupo de equipos de los
equipos de la máxima categoría.
El
esplendor deportivo para Chapecoense fue simplemente en un tiempo record,
ascendiendo categorías y simpatía de muchos en Brasil, sorprendiendo en la Copa
Sudamericana echando a equipos poderosos como Junior de Barranquilla,
Independiente y San Lorenzo, un equipo que con poco hizo mucho, llegando más
allá de lo que probablemente esperarían, pero era tan grandes sus ganas de
trascender que aquellos héroes que hicieron soñar a su gente con un título de
Copa Sudamericana, aquellos hombres que nunca dejaron de soñar y que murieron
en dicho sueño, quizá ese sueño era tan grande que nunca quisieron despertar, y
donde su mayor herencia a esta vida ha sido precisamente ese, que nunca dejemos
de soñar y pelear hasta el último suspiro, dar todo de nosotros y quizá un poco
más, demostrándonos que la grandeza es para todos.
El
nuevo Chapecoense se ha levantado con la energía del pasado, con el aliento de
los que se fueron, con el hambre de las memorias y la grandeza de los sueños,
para seguir y vivir a veces recordar es la gasolina otras ocasiones puede ser
la sentencia, depende como sea visto, pero evidentemente después de haber
salido delante de semejante suceso, serán capaces de cualquier cosa, un legado
que siempre se recordara.
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