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martes, 4 de julio de 2017

Voyerismos



>Los conjurados 





Ricardo Sigala


Vivimos una época que tiende a abolir la privacidad. No me refiero sólo las antiguas prácticas de espionaje por parte de los Estados nacionales, tanto a sus enemigos externos como a sus ciudadanos. No, me refiero a un mundo en el que las redes sociales permiten y además promueven husmear en la vida de los otros. Esta cultura ha generado un tipo particualr de voyerismo de la vidad social.

 Sabemos incluso lo que no nos interesa saber porque nos aparece en nuestras nocticias de facebook, pero además también nos enteramos de cosas que nuestra curiosidad, en ocasiones patológica, nos induce. Para muchos ésta es una forma de vida y de realización y, hay que reconocerlo, en ocasiones resulta muy incómodo irrumpir en la vida de la gente, pero esto empeora cuando los papeles se invoerten y somos nosotros los vigilados. La cultura de las redes sociales tiene como naturaleza esta condición de exhibicionismo y de su complemento voyerista.

Más allá de las redes sociales, aunque desde luego éstas juegan un rol importante, en nuestro país se suele practicar un tipo de voyerismo sui generis, podríamos hablar de voyerismo materialista. Éste consiste en obtener un placer desmedido y morboso en husmear en las fortunas de los ricos, en conocer su desmedida acumulación de su riqueza, sus ostentosas vacaciones y las onerosas compras que los caracterizan. Dicho vouyerismo despierta indignación en algunos, pero tarde o temprano vuelven a caer en la tentación de meterse en esa intimidad. Para otros se trata de un placer que suele ser una mezcla de admiración y de envidia, un secreto ahnelo de estar en el lugar del privilegiado. Ese sentimeinto es tan poderoso y avasallador que no nos importa el origen de dicha riqueza, si ésta emanó de influencias, contratos ventajosos, de la evasión de responsabilidades cívicas o legales, de la explotación de trabajadores o de la omisión en los derechos humanos o del respeto a la ecología; no importa si esa riqueza nació de fraudes, del lavado de dinero, del narcotráfico, de la defraudación, de la corrupción politica.  Quienes gozan de este tipo de voyerismo, secreta o abiertamente, quisieran estar en el lugar de esos hombres, los más ricos y poderosos del país y del planeta, es secundario que se trate de delicncuentes, de narcotraficantes o de políticos corruptos. Y ésa es cada vez con más frecuencia la gran aspiración arribista de las clases medias y bajas de nuestro país.

Yo me reconozco también voyerista, un tipo de vouyerista particular, que está alejado de las tendencias y de la cultura dominante. Yo también tengo placer en indagar en la vida de ciertas personas que me parecen intersantes, y confieso que también me gustaría tener algo del capital que les envidio. Me gusta asomarme a la vida de gente culta, educada, creativa, imaginativa; de personas que hacen de sus vidas una cruzada en pos de la cultura y la civilización, esos individuos por lo general solitarios me resultan en verdad inetersantes. En nuestra ciudad podría nombrar a varios: uno es el Vicente Preciado Zacarías, cuya obra y trayectoria es muy conocida. Pero hay otros que me resultan cercanos y admirables también. Eduardo Etchart y Héctor Olivares. El otro es César Anguiano, quien tiene publicados ocho libros y ha escrito otra veintena; que ha obtenido becas de creación y ganado concursos literarios regionales, estatales y en el extranjero, que ha vivido en varias ciudades del mundo para enriquecer su formación literaria, que lee en tres idiomas y es una gran coversador. César Anguiano ganó el Concurso Estatal de Cuento Colima 2015 con su libro titulado Ruleta rusa, y la Secretaría de Cultura de ese estado ha publicado el libro. El viernes pasado se presetó en Ciudad Guzmán. Volví a leer el libro porque es una forma de husmear en la mente del escritor, y de apropiarme de ese capital inmejorable que es su experiencia estética, su visión de mundo y sus conceptos sobre la condición humana. Yo me asomaré por esa ventana, que es el libro, usted decida si se une esta filia, a esta foma particular del voyerismo.


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