Un
momento por favor
J. Jesús Juárez Martín
La
práctica de sanación con Herbolaria es forma ancestral prehispánica que
curanderos, nahuales y curanderas usaban en busca de la salud de la población.
Según Fray Bernardino de Sahagún en su libro de “Historia General de las cosas
de la Nueva España”. Tzapotlatena es la diosa de la salud y descubridora del
úxitl, resina del pino, curativa de diversas enfermedades, como la sarna,
ronquera de garganta, grietas de pies, manos, empeines de cara o extremidades,
entre otras.
Los
personajes de estas curaciones se encuentran en los pueblos donde corre la
tradición, lugares recónditos, realizan su práctica, su reconocimiento popular
trasciende como la Sra. Victoria, de Tuxpan, prolífica madre analfabeta por
creencia errónea de la escolaridad, además de sus sanaciones ofrece encontrar
personas, objetos extraviados, recuperación de amores perdidos, hace limpias y
ahuyenta hechizos en general.
Las
curanderas, según texto del Fray Bernardino son expertas en conocimiento de
yerbas, raíces, árboles y piedras y sus propiedades, saben sangrar, componer
huesos, tratar y curar llagas... Los curanderos prehispánicos eran egresados
del Calmécac en contraste de las curanderas que se conocen como hechiceras,
adivinas y otras denominaciones; comunica la autora del Capítulo X Profra.
Enriqueta Valdez Curiel asociada del Dep. de Salud y Bienestar del CUSur,
manifiesta el respeto que se dispensaron durante las entrevistas y a sus
respectivos trabajos y tal vez se dio esa confianza fuerte en la aceptación
empática hacia los gatos. Las referencias que le proporcionó de su familia a la
escritora tan acertadamente sin conocimiento directo, manifestó que fue a
través de una “concentración en que los había vislumbrado”.
Eligió
ser llamada “curandera” en la convivencia de un año con relaciones
confiadas de Doña Victoria, Mtra. Valdez, pacientes y familiares, participa la
Profesora Enriqueta de acuerdo con Clay Young y Garro, las curanderas son
personas diestras en uso y manejo de remedios tradicionales en el tratamiento
de enfermedades y que reciben en cambio una remuneración. La mayor parte de
ellas tienen como antecedente familiar de que madre o padre se dedicaban a la
curación y muchas de ellas manifiestan que lo hacen con ayuda de Dios, y sus
técnicas como sobar, tronar huesos, levantar molleras, quitar empachos u otras
curas con yerbas son de un uso social muy extendido, puedo asegurar que
en nuestro medio la mayoría hemos tomado algún te o brebaje, puesto algún
empasto de yerbas en algunas ocasiones paralelamente a medicina de patente que se
reconoce por parte de la Secretaría de Salubridad.
Más
allá de sus prácticas medicinales, dejó de manifiesto una recta ética personal
al no hacer uso de magia negra, ni usar en contra de alguien su trabajo, menos
para separar matrimonios, porqué Dios le castigaría. Su herencia familiar de
curación por parte de su padre que fue curandero, no la ejerció hasta después
de la muerte de él, cuando le buscaban para trabajitos, con el consejo y apoyo
de su madre, la necesidad de ayudar a su esposo enfermo es cuando da curso a su
vocación curandera que ha practicado de hace muchos años y que ahora le
distingue.
Los
vaivenes de la vida la llevaron casada con hijos a California, donde compartía
sus jornadas laborales cuidando niños y haciendo sanaciones a paisanos emigrantes,
de ese estado y otros estados que le buscaban e iba conociendo y sanando. Una
vez vuelta a su natal pueblo, cada año viajaba indocumentada a los Estados
Unidos, hasta que las circunstancias por enfermedad de su hija, canceló sus
viajes. Los pacientes venían a verla una o dos veces por año, aunque no
bastaban, ahora la comunicación es por teléfono y así acuerdan como dar
servicios y recibir pagos; así, envía tratamientos, recomendaciones y ella
recibe los “money order”. La buscan de los Ángeles, San Francisco, Sacramento
en California, la Florida Washington, Chicago y otros lugares.
Su
ambiente curativo no tiene nada que ver con los conocidos chamanes, su atuendo
de ama de casa, mujer del pueblo en un espacio que funciona por la noche como
recámara, donde no faltan fotografías de los hijos, y una ventana con
suficiente luz, su trato es directo donde calcula, crea, imagina reinventa para
ayudar desde sus experiencias y conocimientos hacia la curación definitiva, o
acompañamiento cercano de los pacientes hacia una posible evolución de la
enfermedad.
Finalmente
como epílogo la escritora reconoce que Doña Victoria sin instrucción escolar,
es mujer triunfadora, a su hogar le dio casa, fuerza a su familia, tiene un
lugar destacado en su comunidad y aprecio de muchos allá tras las fronteras y
sus límites de curandera local, doméstica, como Tzapotlatena, trascienden la
marginalidad oficial al extranjero ante dificultades y hasta saltando
muros que separan físicamente, pero de raíces en la tradición herbolaria
nuestra que acerca empáticamente y que mantiene vigentes saberes y materiales
que se patentizan para reconocerse.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario