Milton Iván Peralta
El Volcán/Guzmán
Entrar al establecimiento de Magda Solano es entrar a la magia del café, desde
metros antes de llegar al umbral te atrapa ese penetrante y dulce olor, es para
ella una vida dedicándoselo a este producto.
“Desde mi abuelo mi familia se ha dedicado al café, en Amacueca tenemos
cafetales, pero mi abuelo nada más lo sembraba, lo cortaba y lo procesaban
hasta el punto del pergamino y se vendía, nunca jamás le dio por hacer todo el
proceso, que era tostarlo, molerlo, prepararlo”, cuenta Magda que en su
infancia ella y su hermano ayudaban en el corte “por ayudar nos compraban lo
que cortábamos, y era un gusto”.
Irónicamente, su abuelo no tomaba café del que cortaba de su cafetal “todas las
mañanas hacía café pero de sobrecito, ni nosotros lo consumíamos, nunca supe
porqué”, dice Magda, sentada en el centro de su cafetería “Mágico Café”.
“El buen café endulzado, delicioso es más que mil besos, dulce sabe cual vino
moscatel, ¡café, sí, es café lo que quiero! Y quien deseare darme a saborear
una exquisita bebida, venga a ofrecerme una taza de café”, decía el musico
Johann Sebastian Bach, y es que esta bebida es básica, es algo que la gente
busca “aquí en Ciudad Guzmán somos cafeteros”, además ha sido el pretexto para
iniciar cada día para mucha, el pretexto de creación para la literatura y la
música. Hasta Sherlock Holmes lo recomienda: “No hay nada como una taza de café
para estimular las células del cerebro”.
“Toda la vida me he dedicado al café, aunque mis abuelos, pero hubo un tiempo
en que se puso difícil, salía más caro cortar el café, era mejor dejarlo en la
planta, para ese tiempo yo ya estaba casada, fue mi marido el que nos dijo a mi
hermano y a mí el porqué no hacíamos todo el proceso, y lo vendiéramos, fue por
motivación de él que investigamos, buscamos los procesos que nos faltaba, la
maquinaria y de esa forma comenzamos”, de eso hace poco más de veinte años,
pero ya como marca, como cafetería apenas van a cumplir en unos meses más las
dos décadas.
Amacueca huele a café, desde las primeras casas nos despierta el olor, es común
encontrar cafetales en los patios de las casas “aunque ya se está perdiendo,
antes era como el 70 por ciento de la gente se dedicaba al café, hoy somos
pocos”, dice con tristeza Magda quien ha heredado el gusto a sus nietos. Según
datos de la SEDER, hay alrededor de 100 productores en Amacueca, mientras que
Cuautitlán de García Barragán tiene 320, Pihuamo 36 y Tuxpan 26.
“El proceso del café es la cosecha, en
Amacueca es entre noviembre, hasta febrero, aunque depende del tiempo de floración”,
dice que curiosamente este año vamos a empezar a cosechar ya en este mes,
porque la floración ya se dio, “todo depende del riego, del clima, de la
floración”, hay que destacar que el café necesita mucha agua para que crezca la
semilla, no solo para prepararlo.
“Normalmente lo que se hacía en Amacueca, era cortar el café, despulparlo, todo
depende del tipo de café que estés haciendo uno lavado o natural, ya quedan las
dos almendras envueltas en una cascara, que se le llama pergamino, lo secas, su
grado de humedad, y hasta ahí era lo que se hacía, y se vendía, no sé a quién
se vendía”, narra Magda, pero desde hace veinte años decidieron ir más allá de
este proceso, quitarle la cascarita, queda lo que se le llama “café oro”, eso
se mete a las maquinas tostadoras, ahí se les da el punto, esto lo comenzaron
hacer en 1986, pero a funcionar como producción y venta de café en 1987.
¿Pero qué tiene el café de Amacueca que gusta tanto en nuestra región? “tiene
ciertas características buenas y no tan buenas, los principales productores de
cafés del mundo no necesitan regarlo, porque están bendecidos con sus climas,
con pocos cuidados levantan súper cosechas, en Amacueca no, tenemos que
regarlo, no sé porqué porque es un costo altísimo el meter el riego, por eso la
gente dejó el negocio”.
“Tiene un sabor especial, muy aromático, es un café de estricta altura mil
cuatrocientos metros sobre el nivel del mar, yo siento como que otra
característica muy de Amacueca es que los cafetales están sombreados con
nogales, como que es una combinación de muchos años y hace que tenga un sabor
muy característico”, dijo Magda Solano.
Pero los turistas son conquistados por el café de Amacueca “en general les
gusta, ya 20 años de estar atendiendo público comienzas a conocer los clientes”,
dice Magda que a parte de la región sur de Jalisco, Mágico café se vende en
otras partes de la república,
El café en México llegó por África, directamente a Veracruz, de Michoacán entra
por los franciscanos a Amacueca.
Los tres productos de Mágico café es el café puro, con dos tipos de tuestes y
diferentes granos, el café con canela, y la especialidad el café con chocolate
y canela.
De
acuerdo con estadísticas de Seder, Jalisco participa con 0.3% de la producción
cafetalera del país, con 3,800 hectáreas de plantaciones y una producción de
8,400 toneladas anuales.
Debido
a que el estado no puede competir con el volumen de producción que tienen los
estados de Veracruz, Chiapas, Oaxaca y Puebla, que concentran 90% de la
producción cafetalera del país, Jalisco apostará por la certificación del café
orgánico.
Jalisco
cuenta con diez municipios cafetaleros que tienen la calidad propia de los
cafés de altura; es decir, por arriba de los 900 metros sobre el nivel del mar.
Se trata de Talpa de Allende, Cabo Corrientes, Cuautitlán de García Barragán,
Amacueca, Pihuamo, Tuxpan, Tonila, Zapotitlán de Badillo, San Sebastián del
Oeste y Tolimán.
EL DATO
Mágico café se encuentra en Ciudad Guzmán
Primero de Mayo y en el Mercado Municipal, local 77, planta baja.
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