>Un
momento por favor
J.
Jesús Juárez Martín
-¿Sabes
padre mío que los luminosos días de mayo y junio me traen los recuerdos nítidos
de tu caminar joven? Percibo tu presencia oculta llevándome de la mano. Cierro
los ojos y siento tus largos brazos que me subían a la parrilla para pasearme
en la pesada bicicleta tuya por la flamante carretera nueva de los Altos de
hace más de siete décadas. Deseo volver a tenerte de protector tras de mí como
cuando paseábamos en bicicleta, hace casi sesenta años. Sentía que
la carretera me invitaba a continuar hacia adelante como la vida misma.
-Sí,
arribó la juventud como lo platicábamos por el sendero vital y tú me
acompañabas, mi niñez quedó pronto atrás, pero a ella vuelvo en mis
escritos, en mis anhelos y ahí te encuentro siempre. Aquella infancia es venero
inagotable, los juegos y programas de mi vida ahí tienen su inicial bosquejo.
--Mis
viajes imaginarios, se hicieron experiencia, se fueron haciendo realidades
diferentes, pero en mucho se parecen. Crecí y tu caminar firme, perdía
velocidad pero no fuerza ni ritmo, confieso que no comprendí
que pasaba, pero supe siempre que a distancia estabas... siempre al lado de
mamá y de tus hijos.
--El
camino obligado que el destino nos marcó lo aceptamos como reto; difícil, pero
venturoso, bello con tu apoyo. Descubri contigo que el horizonte siempre está
al frente, que las montañas se escalan paso a paso, que el panorama del
valle es mejor desde la cima para apreciar la magnificencia del pequeño mundo
que recorremos, que la belleza se hace con la armonía de elementos
sencillos, que el arco iris no se toca, se disfruta. Que llegar es el
propósito, pero al caminar también descubrimos encantos y experiencias
significativas que enriquecen la vida y la satisfacción de llegar, si se
llega... lo importante es disposición…
--Cuánto
entusiasmo derrochabas y no mostraste el cansancio en aquel pozo que
cavabas --donde el agua brotó abundante para dárnosla por doce años
durante el acomodo en la gran ciudad-- Ahí está el brocal como monumento a tu
memoria en el patio rojo de la casa nuestra. El agua es aún fresca y
zarca como la buscaste; es el regalo que disfrutamos tus hijos, nietos, porque
y que ignoran tus bisnietos de la generación que ya se inició.
--El
eco de tus pasos nocturnos al subir la escalera para descansar pasando por mi
recámara, lejanos, muy lejanos los recuerdo en mis noches insomnes... escucho
el exacto tic, tac del reloj que te acompañaba para medir los trozos de vida de
cada día que nos regalabas. Tu frente sudorosa, la descubrí en las
incontables perlas de nostalgia que contaba una a una mamá Julia cuando te
fuiste.
--Sabías
de mi gozo porque eras testigo de honor cuando por años disfruté los paseos en
bicicleta --hace más de dos décadas-- yo ocupé el lugar de atrás en la fila de
los cinco paseantes y cargado al lado izquierdo con mis hijos, como lo hiciste
tú en aquellos venturosos tiempos por el Valle. También ellos crecieron
pronto y solo quedé en mis paseos esporádicos, seguí pedaleando alrededor de la
casa en el fraccionamiento San Pedro...
-Quiero
comentarte que hace mucho tiempo, un día salimos a pasear por la
carretera mis jóvenes hijos y yo. El aire soplaba fuerte del Nevado hacia
Ciudad Guzmán, Luis se adelantó para cortar el aire, luego Héctor fue al
lugar que yo ocupaba atrás cuando eran niños, me dejaron en medio de ellos y
así fuimos y volvimos. Recordé que también contigo caminé por algún
tiempo en esa posición. Comprendí que el relevo se había hecho de
nuevo. Regresé, tal vez cansado, contento, reflexivo y descansé.
Luego de vez en cuando, usé la bicicleta ahora abandonada...
cuando
camino a pie recuerdo a Miguel o Jorge que me acompañaron a la laguna,
siento que nos acompañas por el camino de menos y vetustos árboles que nos
dieron frescura, y caen ante el hacha disfrazada de vialidad...
--Recuerdo
que al inicio de la década de los noventa, cuando te despedías de marzo a junio
comprendí que tu nobleza, afecto y guía no terminarían con tu acompañamiento,
cultivaste valores con cariño y quedaron como testamento para cumplirse
en el futuro, no sólo la herencia está vigente, también la convivencia
que nos integran porque viviste desde la modestia de padre amigo.
Evangelio de honradez, trabajo y servicio nos dejaste que deseo ver en mi
familia que es la nuestra..
Cuando yo crecí, tu caminar firme perdía velocidad... recuerdo tu pasos
lentos, porque los míos ya lo son…
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