Mtra. Mercedes Imelda Avalos Ruiz
Con las
prisas cotidianas, la influencia de las redes en el desarrollo de las
actividades de cada día, así como la falta de práctica recurrente, se ha ido
perdiendo el interés por la lectura de los menores de edad. Antes era parte de
los placeres el tener un cuento, leerlo, compartirlo con los amigos de la edad,
comentar con nuestros pares las aventuras de Ana Frank, lo que nos contaba
Daniel en su diario y hasta las travesuras de Hugo, Paco y Luis.
¿En qué
o dónde estriba el problema? Considero que generaciones de los años 70 a la
fecha, son los que se empezaron a adentrar en el manejo de los primeros
videojuegos y computadoras. Ya no eran sólo de uso laboral. Se fueron olvidando
de los libros. Posteriormente ellos como padres de familia han vivido la facilidad
de educar a sus hijos con esos apoyos y la ausencia de textos escritos y se ha
hecho más grande la influencia ejercida en ése sentido. Lógicamente, no puedo
ni debo generalizar, porque también me ha tocado ver de cerca progenitores de
ésa y otras generaciones más jóvenes, que siguen haciendo su parte al leerles
un cuento a sus hijos antes de dormir, acercarlos a textos de acuerdo a su
edad, independientemente de lo que la escuela les pida.
De
manera muy personal, pienso que ahí es donde se empezaron a cambiar los
paradigmas respecto al acercamiento de la información y el esparcimiento a los
pequeños de la casa. Por eso mi reflexión en ésta ocasión se convierte en una
invitación a los antecesores de cada niño a que los acerquen a la lectura desde
el primer año de vida. Oportunidades y estrategias hay muchas: cuando se va a
dormir; un cuento breve, al leer el instructivo de un juego o juguete,
ofrecerles la lectura como un premio y no como un castigo, cuando empieza a
identificar letras y palabras en la escuela; buscarlas en libros, periódicos o
revistas. En fin, maneras hay muchas.
Para
motivar a los padres de familia a hacerlo, habrá que reconocer la importancia
que tiene la lectura para el desarrollo del cerebro, la actividad que conviene
en cuanto al progreso de la imaginación. Cómo a través de un cuento, el infante
reflexiona, identifica solución de problemas, adquiere información. La lectura
es la llave prodigiosa de la información, de la cultura, del mundo de la
ficción, de la fantasía, pero también, un acercamiento a la realidad, a la
ciencia, literatura, etc. Conseguirla no es tan sencillo: está al alcance de
todos los niños, pero con condiciones y dedicación, los padres de familia las
pueden proporcionar.
La
importancia de la lectura en los niños se basa en sus beneficios que se
obtienen posteriormente, a la hora de estudiar y adquirir conocimientos, el
cerebro está acostumbrado a pensar, deducir, reflexionar, crear, etc. La
colaboración de los padres es necesaria para impulsar el proceso de aprendizaje
por éste medio.
Hay una
labor familiar de preparación extremadamente importante antes de que los niños
aprendan a leer, y de seguimiento, después. Aunque resulte increíble, se
recomienda poner a los niños en contacto con la lectura a partir de un año
aproximadamente e incluso antes. Hablamos de cuentos con grandes imágenes y
poco texto, que se irán complicando y ampliando a la medida de que el niño vaya
demostrando interés, aprendizaje, asimilación. Merece la pena “perder” o
dedicar un poco de tiempo con los niños leyéndoles y contándoles historias
porque los efectos pueden ser muy positivos.
Afortunadamente,
en la actualidad ya se venden libros plastificados para los niños de edad
preescolar, que los puedan manipular con confianza y superen el “uso rudo”.
También los hay ilustrados en tela o materiales blancos, como fieltro, pellón o
fomy, para los lactantes y menores de 4 años. Quien ponga como pretexto la
economía para la adquisición de esos acervos, no es válida, puesto que se
pueden elaborar de manera rústica, sólo es cuestión de dedicar un tiempecito
para hacerlos y usar la iniciativa y creatividad para reciclar lo que a la mano
se tenga.
Según
Isabel García Olasolo, periodista y directora Editorial de la revista española
Bayard, a corto plazo la lectura permite enriquecer la relación adulto-niño,
familiarizar a los niños con los textos, ampliar el universo de los menores,
así como desarrollar las capacidades intelectuales del pequeño.
A
mediano plazo, se contará con estudiantes que hagan uso de su comprensión
lectora en actividades académicas y fuera de ellas, facilitando su acceso a la
información de las diferentes asignaturas cursadas en primaria y secundaria. Como
efecto secundario, está la obtención de mejor puntaje en las evaluaciones que
se realizan cada ciclo escolar en las escuelas.
Finalmente,
a largo plazo, serán adultos informados, con un léxico y conocimiento amplio; con
hábitos de lectura que favorecerán su desarrollo profesional en cualquier etapa
en que se encuentren.
En
resumen, quien se tome la tarea de leer el presente artículo; quiere decir qué
si le interesa la lectura, ojalá se convierta en un motivador con los menores
que le rodean, para acercarlos a esta estrategia que acerca al conocimiento y
activa el cerebro. Favorecerán el trabajo de los docentes y en especial el
desarrollo de sus hijos, nietos o cualquier chico que apoyen e inviten a leer o
leerles con cualquier pretexto. Dejará de existir esa lucha de los maestros por
forjar lectores ávidos y reflexivos, convirtiéndoles en seres pensantes.
En caso
contrario, resulta infructuosos el trabajo y cualquier esfuerzo de los
educadores, cuando no se trabaja de manera colaborativa con los adultos del
núcleo familiar.
Lo
anterior sería una estrategia de prevención efectiva, pero no quiere decir que
los adultos no podamos apropiarnos de dicha experiencia para ejercitar nuestras
neuronas y evitar enfermedades degenerativas del cerebro. Animo; después de
leer este artículo te invito a leer lo que gustes (periódicos, revistas,
libros, etc.) por lo menos 15 minutos cada día.
*Asesora del Centro de Actualización del Magisterio
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