José Filiberto Figueroa Cacho
A través del Plan de Estudios 2011
se ha enfatizado en la inclusión, el derecho indiscutible a la educación en la
diversidad. Debemos sensibilizarnos; es decir involucrarnos, eliminar barreras
para la integración de los niños con necesidades educativas especiales.
Pese a esos énfáticos preceptos, el
profesor(a), lamentablemente “hac poco caso” a la atención digna y rechaza al
alumno. La inclusión implica un verdadero reto profesional con el alumno, que
quizá se convierte en el único impulso que necesita.
Ser maestro implica ser incluyente;
ir sembrando las cinco competencias para la vida; ir abonando a los diez rasgos
del perfil de egreso; saber escuchar a
sus niños que quieren ser como su maestr@; la transmisión de actitudes y
valores; gozar de la armonía implantada en el ambiente del aula…
Si nos enfocamos al principio
pedagógico 1.8 en lo que respecta a “favorecer la inclusión para atender a la
diversidad”, nos percatamos de la justificación cimentada en cerrar brechas
socioculturales y políticas a la desigualdad para resaltar el ofrecimiento de
una educación pertinente e inclusiva. La pertinencia porque valora, protege y
desarrolla las culturas y sus visiones y conocimientos del mundo; la inclusividad
porque se ocupa de reducir al máximo la desigualdad y el acceso a las
oportunidades, evitando la discriminación.
De manera explícita en el Plan de
Estudios 2011 se delimitan las circunstancias a la atención a la diversidad
considerando la importancia de crear escenarios basados en los derechos humanos
y el respeto a la dignidad humana.
Para atenuar las barreras de
aprendizaje y la construcción de escenarios incluyentes se enmarca un decálogo
de indicadores:
Las escuelas incluyentes admiten a todos
los alumnos de su área de influencia anteponiendo el derecho a recibir
educación a las características de los alumnos.
Los estudiantes son asignados de
manera aleatoria sin importer su condición.
Los docentes diseñan actividades
enfocados a situaciones donde se involucran a todos los alumnos.
Los criterios de evaluación se
realizan para todos los alumnos realizándose observaciones para los ellos con
cierto impedimento para el logro de las metas propuestas.
Se realizan actividades de
sensibilización para los educandos sin discapacidad, para que respeten e
involucren a sus compañeros.
La gestión escolar prioriza en sus
acciones la desaparición de barreras para el aprendizaje y la participación de
los alumnos.
La escuela incluyente gestiona en
redes el enriquecimiento de recursos para mejorar la calidad de los
aprendizajes de todos sus alumnos.
Admite metas comunes para la
educación regular y especial.
Define la formación continua de sus
docentes.
Muestra alta disposición al cambio
y se documenta de los nuevos paradigmas para desarrollar su trabajo, después
los critica, emite juicios y los mejora desde su experiencia propositiva.
La pugna constante en la labor
docente es el desafío multidimensional de los diferentes alumnos recibidos en
cada ciclo escolar; con características, aptitudes, actitudes, contextos
variados que conforman la individualidad y su derecho a recibir una educación
de calidad con el movimiento de estrategias y aprendizaje continuo, fluyendo el
crecimiento docente día a día.
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