>Los conjurados
Ricardo Sigala
En memoria de Lucinda Ruiz
La última semana de octubre de 2015
hubo una tempestad, una procelosa tormenta se convirtió en el huracán Patricia y amenazó gran parte del país.
El meteoro auguraba una destrucción histórica que afortunadamente no sucedió.
Justo un mes antes había muerto Hugo Gutiérrez Vega, había cancelado una cita
en Ciudad Guzmán por causas de salud y a los pocos días recibíamos la noticia.
A un mes de su muerte, bajo los vendavales de Patricia, Lucinda Ruiz, la esposa del poeta, escribiría un notable
texto, el prólogo para la edición de 50 aniversario de Buscado amor, el primer libro de Gutiérrez Vega, en él recordaba al
poeta y le hacía un homenaje al hombre con quien había compartido 55 años de su
vida, y hablaba de cómo su ausencia la dejaba huérfana en el mundo. Un mes
después, o poco menos, en un homenaje al autor en la Universidad Autónoma de
Querétaro, Lucinda Ruiz dijo que le quedaban sólo dos tareas en su vida,
difundir la obra de Gutiérrez Vega y cuidar su jardín.
Seguro
Lucinda estaba evocando el final de Cándido,
la obra maestra de Voltaire, cuya ultima frase es “debemos cultivar nuestro jardín”. El personaje
comprende lo difícil que es cambiar al mundo por medio de obras magnas y
ambiciosas, y opta por concetrarse en lo que le atañé íntimamente, cultivar su
jardín. Fernando Savater, citando al pensador francés André Glucksmann, asevera
que “la lección de Cándido no es la deserción que se refugia
en la privacidad minúscula ante la barbarie arrasadora, sino la prudencia
activa que busca una resistencia crítica que no imite los modos y abusos de la
barbarie misma.” Entiendo entonces que para Lucinda Ruiz cultivar el jardín y
promover la obra de Hugo Gutiérrez Vega es una misma forma prudente de resistir
los embates de “este mar de sangre que es nuestro siglo” -las palabras son de
José Emilio Pacheco-, de hacer frente sin un optimsmo ramplón a las estafas de
nuestra democracia y a nuestro debilitado y famélico sistema de justicia, y a
nuestras más enfermas instituciones, tal como lo había hecho en vida Hugo
Gutiérrez Vega. Cultivar el jardín preservar la obra de Gutiérrez Vega y
viceversa.
Este domingo 11 de junio murió Lucinda
Ruiz, la jardinera del jardín. Sabemos que los lectores de Gutiérrez Vega
seguirán con la tarea de darle vida a la obra de Gutiérrez Vega, cada que se
acercan a ella, ellos continuarán con su ardúa y privada labor de resitencia.
Pero el CUSur y la Cátedra Hugo Gutiérrez Vega deben tomar la estafeta que les
entrega Lucinda Ruiz, y convertirse en “un hombre que cultiva su jardín”,
quizás con ello contruibuyan, no a salvar el mundo, como el optimismo de Borges
quería, sino simplemente a mejorarlo a hacerlo más habitable.
Hugo gutiérrez Vega nos heredó el
jardín; Lucinda, nos legó el privilegio y el deber de cultivarlo.
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