Jorge
Mauricio Barajas Pérez
Para mi
madre.
Desde
mediados del año pasado se dio a conocer a la opinión pública, que la antigua
Escuela Ramón Corona, ubicada en la esquina suroriente de la calle del mismo
nombre y Marcos Gordoa, sería remodelada para albergar al Archivo Histórico de
Zapotlán el Grande y a la Biblioteca Pública Lic. Mauro Velasco. Esta última se
cerró para instalar en su lugar la Oficina de Pasaportes. Es tiempo que se reconsidere
y se le otorgue el reconocimiento que merece al Presbítero Silviano Carrillo y Cárdenas,
otorgándole al espacio remodelado su nombre.
El
Padre Silviano Carrillo y Cárdenas oriundo de Patzcuaro, Michoacán nació el 4
de mayo de 1861. Ingresó al Seminario de Zamora a los diez años de edad y continúo
sus estudios en el Seminario de Guadalajara terminándolos en 1884. Ahí conoció
al Padre Miguel Baz y Palafox, oriundo de Zapotlán el Grande y quien ese año de
1884 sería nombrado Rector del Seminario Conciliar de San José en Guadalajara
por el Obispo Pedro Loza y Pardavé. El Padre Baz y Palafox fue el artífice de
dos grandes obras en la ciudad de Guadalajara. El Santuario de San José de
Gracia y el “nuevo” Seminario convertido hoy en sede de la Secretaria de
Cultura del Estado de Jalisco, llamado “Edificio Arróniz” en honor al Ingeniero
Antonio Arróniz Topete su constructor. El Obispo Loza y Pardavé ordenaría sacerdote a
Silviano Carrillo el 26 de diciembre de 1884. Ejerció su ministerio brevemente
en Guadalajara, primero en el Santuario de la Soledad y la Parroquia del Dulce
Nombre de Jesús. En agosto de 1885 fue designado párroco de Cocula. Llegó a
Zapotlán el Grande, en 1895. 34 años tenía el señor cura Carrillo. Jovial,
emprendedor, visionario. Hombre del siglo XIX, con miras en el siglo XX. Larga
es la lista de obras materiales que en 25 años dejó en el pueblo donde
desarrollo su ministerio sacerdotal. Un par de años estuvo en Guadalajara
durante los años de inicio de persecución religiosa, donde formo parte de la
curia bajo la egida del Arzobispo Francisco Orozco y Jiménez. En 1921 sería
designado 5to Obispo de Culiacán. Ese
mismo año moriría.
Sacerdote
incansable, hombre de fe y de acción. Predico desde el pulpito y con el
ejemplo. Escritor, editor de al menos tres periódicos, “El Trabajo”, “La Luz de
Occidente”, “La Unión Católica”. Las glorias terrenales no eran su fin. Los
cargos eclesiásticos nunca lo deslumbraron. Llevo a su feligresía a la
modernidad del siglo XX. Termino la construcción de la actual Catedral que
llevaba casi 30 años en construcción, protegió al prestigiado Seminario de “San
José”, dotó a la ciudad de energía eléctrica, fundó escuelas, hospitales, cajas
de ahorro, promovió la vocación sacerdotal entre los indígenas, formo parte de
la todas las Asociaciones de la Ciudad, suya es la construcción del actual
Santuario de Guadalupe. Promotor e impulsor de la construcción del ferrocarril,
nunca se opuso a la modernidad. Trabajo
de la mano de todos los zapotlenses. Supo allegarse a los pudientes, a los de
fe inquebrantable, pero también a los políticos, a los indígenas, a los
“Tlayacanques”. Los Tlayacanques o tlayacanquis como los llama el Mtro. Esteban
Cibrián Guzmán y el recién fallecido cronista emérito de Zapotlán, don Juan S.
Vizcaíno, eran la máxima autoridad del pueblo indígena. El Maestro Juan José
Arreola los rememora en su novela “La Feria”: “Desde que yo tengo uso de razón,
siempre hemos cinco los Tlayacanques y cinco los tequilastros, que son nuestros
segundos. Tal vez porque eran cinco, y siguen siendo cinco, las cofradías
antiguas; la del Rosario, la de las Ánimas, la de la Soledad, la del Buen
Pastor y la de Nuestro Amo…Cada tlayacanque tenía que ver desde el principio
por una cosa distinta, y se ocupaba de la iglesia, de autoridad civil, de
comercio, de tránsito y de obras para el beneficio común. El que tenía que ver
con la iglesia se llamaba Primera Vara, y así se sigue llamando.”
La hoy
remodelada Escuela Ramón Corona fue hasta 1914 en que se incautó por el
Gobierno del Gral. Manuel Macario Diéguez Lara un “Monte de Piedad”. Pero no
debe verse dicha institución como las de hoy en día. Muy por el contario, el
Padre Carrillo formo sociedades mutualistas de apoyo, que mediante el ahorro,
la educación y la ayuda mutua de los agremiados solucionaron sus problemas
financieros. El espacio que ocupa dicho edificio construido hacia 1907 y puesto
en funcionamiento en 1910, era el lugar que ocupaba la antigua Capilla de la
Soledad.
Cinco
eran las principales capillas que el pueblo indígena había patrocinado y las
cuales estaban a cargo del gobierno de cada uno de los cinco Tlayacanques del
pueblo de Zapotlán el Grande. La capilla de la Soledad, la de la Purísima
Concepción, la de los Santos Reyes, la de la Candelaria y la del Platanar. La
fiesta anual de cada capilla corría por
cuenta de un “Prioste” que hoy llamamos Mayordomo el cual era auxiliado por dos
“Tequilastros”. Otras capillas fueron las de Todos los Santos, San Pedro, San
Francisco y la Espíritu Santo. Para inicios del siglo XX el Padre Silviano
Carrillo recibe el espacio de la Capilla de la Soledad, ubicada en la esquina
suroriente de la actual calle de Marcos Gordoa y Ramón Corona hasta la esquina
nororiente de Ramón Corona y Javier Mina. En la esquina de Javier Mina en una
pequeña finca contigua a la Capilla de la Soledad los cinco Tlayacanques del
pueblo tenían su lugar de reunión. La Sociedad del Monte de Piedad dirigida por
el Padre Carrillo construyó ahí el edificio que hoy remodelado albergara al
Archivo Histórico de Zapotlán.
La
Capilla de la Soledad estaba dedicada a la Virgen de los Dolores. En el altar
tenía un Cristo de tamaño natural, junto a él, la Dolorosa, María Magdalena y
San Juan. A los lados Dimas y Gestas. Abajo en una urna dorada un cuerpo
sangrante de Cristo que llamaban Santo Entierro, este Cristo es muy probable
sea el que se encuentra actualmente en el Templo de Tercera Orden. La Capilla
era escenario un miércoles de Cuaresma de la “Procesión de Gestas”. La Capilla,
el Monte de Piedad son hoy totalmente olvidadas. Como olvidada al parecer está
la obra pública y material del Siervo de Dios Silviano Carrillo y Cárdenas,
fundador de las Siervas de Jesús Sacramentado.
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