Páginas

jueves, 11 de mayo de 2017

Ruta nueva Imperial



Masao Yanome 



Salida a Puerto Saavedra
Crónica no.6
Domingo 7 de abril 2013



Desperté y en el cuarto había pasado un desastre. Al parecer llegué a una estación de servicio, compré algo para cenar; pan, jamón y una mayonesa con ají. Había boronas y mayonesa ambarrada por todos lados. Amanecí con resaca, todo era un asco. Fui a casa de Chaman para despedirme y no me dejó ir solo. Su gran cordialidad hizo acompañarme y no dejarme solo en el camino rumbo a Puerto Saavedra. Juntos fuimos por Fabían, tomamos un bus rumbo a Puerto Saavedra, paramos en Carahue a comer una hamburguesa en un restaurante familiar. Entramos y el lugar estaba lleno, todos comían callados, viendo la televisión, veían al Chavo del 8. Me sentí en mi país. Después del silencio venían las risas de los comensales. Quizá yo no veía la televisión porque ya he visto suficiente humor de Roberto Gómez Bolaños, veía la cara de paz y alegría que producía el humor inocente de mi paisano, del otro lado del mundo.

Terminando de comer salimos a tomar un bus a Puerto Saavedra, antes, intenté ganar dinero en la maquina tragamonedas de la central de buses, y no, no pude ganar nada. Fabían me explicaba su método para ganar, pero supongo que en todos los países en ese tipo de juegos estas destinado a perder, son una estafa.

Cruzamos por la carretera el bosque de los sueños, árbol, tras árbol estaban parados en lomas alrededor de la carretera fría, parecía que vigilaban nuestro viaje. Llegamos a Puerto Saavedra, yo no sabía donde dormiría, fuimos a un lado del mar y nos sentamos a tomar mate, bajo el cerro Maule. Conversamos sobre tsunamis. 


Ellos se fueron de regreso a La Nueva Imperial antes de que cayera el sol. Renté una cabaña grande de madera, me dieron un precio bajo por ser único que la habitaría algunos días. Lavé mi ropa en la bañera, nunca se secó por el frío que hacía. Dormí con una toalla enrollada en las piernas, era como dormí en una congelador.

El Hombre Pájaro

Crónica no.7


Cuando planeé el viaje por Chile, el principal objetivo era conocer al Hombre Pájaro. Nain, me documentó sobre quién era esta persona tan importante para el pueblo comunidad mapuche, me aferré a conocerlo, tenía pensado entrevistarlo para conocer su visión humana.
Esa mañana desperté temprano - por el frío-, calenté agua, la puse en un termo y salí al a las frescas calles de Puerto Saavedra. Caminé hasta encontrar a alguien para preguntarle cómo llegar a la casa del Hombre Pájaro, me sorprendió que nadie estaba seguro donde vivía o quien era.

Yo no tenía la dirección, ni idea de hacia donde vivía. Al preguntarle a un mesero de un restaurante de mariscos, me dio de referencia un árbol a lo lejos. Ve hacia allá y pregunta en cualquier casa, me dijo muy amablemente. Después de preguntar por muchas casas, comencé a desesperarme. Todos me decían “vive a la vuelta, pero no va estar, nunca está” o simplemente otros no me daban ninguna referencia.

Al tocar en una casa salieron dos perros, uno comenzó a morderme el tobillo – moderadamente -, corrí algunos pasos atrás para defenderme, cuando de pronto una voz llamó a los perros. Era él. Lorenzo Aillapan Cayuelo, el Hombre Pájaro. No sabía qué decirle, solo me presente 


-Hola vengo de México, y lo vengo a buscar para platicar.

Él me invitó a pasar cordialmente, se disculpó por lo de los perros, pero claramente no era un detalle que me importara en ese momento.

Entremos a su casa, me ofreció beber algo caliente, le dije que no gracias. Puse una cámara de video a grabar la conversación, y saqué mi cámara de fotografía. En realidad, no tenía ni la más mínima idea sobre de qué iba la entrevista que le haría, así que para no presionarme apagué las cámaras y platicamos tendidos.

Lorenzo me contó sobre su infancia y la transmisión de conociendo de los adultos Mapuches de los cuales, aprendió todo sobre su amplio conocimiento de la natualeza, pero especialmente del canto de las aves de todo Chile.

- Uñumche, dijo con su mística voz, Uñum – pájaro -, y Che – hombre, así es como prefiero que me llamen, lo del Hombre Pájaro es un nombre que me han dado otras personas. 

Preferí llamarlo Lorenzo. Lorenzo sabe interpretar el significado del canto de todas las aves de su región, sabe interpretar el comportamiento de tales animales, y sabe cómo funcionan todos los demás ciclos al redor del canto del ave. Este conocimiento es heredado de sus ancestros y su cultura milenaria.

Varias veces lo han invitado a México a conocer al Ejercito de Zapatista de Liberacion Nacional (EZLN), movimiento que representa la suma de la lucha indígena que resiste las adversidades sociales de la marginalidad tan solo por ser indígenas, pero el no ha teniado oportunidad de conocer este movimiento.


Lorenzo estaba contento por ser el único participante que le solicitaron que volviera a salir al escenario en una muestra cultural de Latinoamerica realizada en China, él reperesentaba a su país y su cultura. Un año atrás los habían reconocido como Tesoros Humanos Vivos, reconocido por la UNESCO, a través de Consejo Nacional de la Culturas y las Artes (CNCA).

Lorenzo son de esas personas que con toda calma te pueden hablar de la vida, la misma vida que otros viven a prisa, dando vueltas sin saber a dónde ir. Su visión de salvaguardar la identidad Mapuche era evidente, dedicaba el tiempo a enseñar la lengua mapuche o “mapuzungun” (que significa el habla de la tierra).

Mi visita inesperada era algo que no tenía planeado para sus actividades del día, le pedí que no se preocupara, que siguiera con su día, que para mí era suficiente. Algo había pasado, no sé qué, pero algo estaba en paz.

Me acompaño a la puerta de su casa y caminamos hasta la orilla del Rio Imperial y señalo un pájaro que volaba arriba de nosotros y me dijo que ese pájaro cantaba cuando llegaba una visita a las tierras de alguien que convivía a menudo con aquella ave.

Nos despedimos, y caminé sin rumbo pensando si era necesario volver a seguir platicando con él, caminé a prisa hasta que me di cuenta que podía detenerme a tomar mate, junto al río.

Paso mucho tiempo hasta que decidí caminar hasta el la punta del Cerro Maule. Mientras pensaba en Lorenzo, mis amigos de la Nueva Imperial, el bosque de los sueños y todo daba vueltas en mi cabeza. Subí al cerro Maule al atardecer y lo demás fue asombrozo. Era el Oceano Pacifico, el cielo azul y el Río Imperial. Es en esos lugares donde la tierra se ve redonda. Donde puedes ver más allá de una planicie.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario