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viernes, 26 de mayo de 2017

La Gloria Escondida, el hogar del Dr. Atl








Juan Antonio García Oseguera



“La Gloria Escondida”, al escucharlo suena como una de esas playas vírgenes ocultas en algún lugar de la costa, pero no, se encuentra en el municipio de Pihuamo, Jalisco, y como cuento salido de la pluma de García Márquez, la Gloria Escondida es una pequeña finca llena de secretos e historias que fuera alguna vez del ilustre Gerardo Murillo, (sí, el famoso paisajista jalisciense).

Al llegar al enorme portón de metal verde que da entrada a este lugar, se respira un aire de misticismo e historia. Caminamos 200 metros hasta llegar a la cumbre de la loma donde está construida la casona vieja, en algún momento este lugar fue un bonito y bien cuidado jardín, rodeado de cafetales, árboles de mangos y bambúes, con un gran surtidor en la fuente que esta junto a la piscina, al llegar al frente del zaguán llamabas a la ama de llaves del Dr. y si nadie respondía dabas la vuelta a la casa y pegabas grito desde los arcos de cantera que sostenían el portal donde seguramente el Dr. se sentaba en un camastro para contemplar el paisaje que se extendía bajo su casa por varios kilómetros para volver a subir, hasta rematar en las puntas de la sierra madre.

Como buen mexicano, cuando se propone lo hace, y algo que se propuso fue decidirse establecerse en Pihuamo, empezó a moverle para conseguir los recursos para su gran proyecto, y como el predicador por su casa empieza, el Dr. se mandó construir su casona en la loma más alta donde él podría contemplar desde su obra, tanto insistió en construir su ciudad que consiguió traer al entonces presidente Lázaro Cárdenas (y que conste que entonces para sacar a un presidente de Palacio Nacional para hacer viaje especial era muy complicado) y casi lo convence de entrarle a construir el Olinka, lo que pasó fue que en esos años estalló la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Cárdenas tuvo que ocuparse de otras cosas, la salud del Dr. empezó a decaer y tuvo que trasladarse para ser atendido, dejando atrás el sueño de su Atenas jalisciense.

El lector se preguntará, ¿Por qué el famoso paisajista, escritor, doctor, periodista, crítico de arte y más se enamoró de Pihuamo? Pues bien, el Dr. Atl gustaba de visitar los volcanes de México y cuando tocó el turno de los volcanes de Colima llegó a Pihuamo, buscando la mejor vista para pintarlos, cuando va viendo el pintoresco pueblito privilegiado con tan abundante vegetación y al pie de la sierra no se la pensó dos veces.

La Gloria Escondida es la herencia que tenemos de este personaje tan querido por nosotros los pihuamenses, el Dr. es parte de nuestro imaginario, de nuestras historias, desde muy pequeños se nos enseña sobre su trabajo, la Gloria Escondida es la leyenda que nuestros padres y abuelos nos contaron, es el secreto escondido tras el enorme portón verde al terminar la calle López Cotilla, es la aventura de los jóvenes que a hurtadillas se meten a la propiedad para contemplar en silencio algo único en la región, e inventan historias sobre lo que pudo haber pasado en la casona, porque la Gloria Escondida representa justamente eso, la gloria de Pihuamo que aún está a la espera de ser encontrada.


Este señor era libre como el viento, o más bien como el agua (muestra de ello las mil profesiones que desempeñó) tanto así que decidió cambiarse el nombre por algo más acorde a su personalidad y como era fan de la cultura nahuatl decidió oponerse el apelativo de Atl, que significa agua, anteponiendo su título de doctor en filosofía para quedar como la figura que hoy conocemos: Dr. Atl., algo así como su propia marca.




EL DATO


Dr. Atl, (Guadalajara, Jalisco, 3 de octubre de 1875 - Ciudad de México, 15 de agosto de 1964) fue el seudónimo del pintor y escritor mexicano Gerardo Murillo Cornado. Otras disciplinas en las que participó: la exploración, geología, filosofía, historia, crítica de arte, política; era apasionado de la vulcanología; estilista, doctor, profesor; practicó la caricatura, el ensayo y el periodismo.

Murillo decidió autoadjudicarse el seudónimo Atl, que significa agua en náhuatl y antepuso el título de Doctor en Filosofía, a sugerencia del poeta Leopoldo Lugones. En una carta dirigida a los miembros del Colegio Nacional, en 1951, explica que el cambio de nombre se debe a su interés en tener una manera de referirse a él acorde a su personalidad independiente. Esta surgió de las circunstancias y no de la imposición de sus padres, así que se autobautizó con "el agua maravillosa de su alegría de vivir".


3 comentarios:

  1. Uno de los personajes más ilustres de este país. Grande Dr. Atl.

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  2. Bonito lugar que hace tiempo conocí. Le felicito por su reportaje.

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  3. Antonio, que lamentable que difundas errores aún con la entrevista que haces al maestro Carlos Estrada. Primero, la Gloria Escondida no era del Dr Atl, su propietario fue el médico Francisco Sánchez Flores y, segundo, en 1953, Lázaro Cárdenas no era presidente de México, su periodo fue 1934-1940

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