(Segunda parte)
Hace algún tiempo un amigo cineasta
me propuso escribir una serie de guiones para llevarlos a su realización como
cortos para internet; le presenté el proyecto y quedamos de acuerdo y
complacidos; sin embargo, la producción nunca se realizó y yo, obsesivo como
soy —y fascinado ya con la historia—, seguí con la escritura hasta completar la
primera temporada. Hace tres días acabo de recibir la notificación de los
derechos de autor, y les comparto a los lectores el primer capítulo, que
convine (al leer el conjunto) en que se había convertido en una novela corta
10 Callejón. Noche.
Muchacho 1
¿Qué le
pasa a este vato?
Muchacho 2
¡Sepa!
Y al no saber qué hacer, rompen su
estatismo y corren hacia la profunda oscuridad del callejón.
Cuando desaparecen se escucha,
lejana, la sirena de una patrulla de policía.
11. Cuarto de hotel. Noche.
Se
miran las piernas de la mujer. Orina. El ruido se amplía adentro del cubo del
baño. Luz fuerte la de la luz. Se levanta de la taza. Recoge la sábana y se
cubre. Quedan sus piernas visibles. Su mano jala la palanca.
Se mira al espejo. Ensaya una
sonrisa coqueta. Sonríe y su rostro es de placer satisfecho. Suspira y lleva su
mano al picaporte. Abre la puerta. Sus ojos se abren de pronto.
Mujer
¿¡Qué!?
—grita.
Palidece.
Abre la boca. Grita.
¡¡¡Nooo!!!!
Su
mirada mira a La Bestia, que se acerca a ella lleno de furia.
12 Callejón. Noche.
La
Bestia abre los ojos. Su iluminado rostro por la luz mercurial logra que los
vuelva a cerrar momentáneamente. Se incorpora hasta quedar sentado. Se escucha
más fuerte la sirena de la patrulla policiaca. La Bestia vuelve a mirar sus
manos. Se mira la sangre. Abre los ojos desmesuradamente. Una lágrima se
resbala en su mejilla y abre la boca. Se desfigura su rostro. Se escucha clara
la sirena de la patrulla. La Bestia voltea hacia todos lados. De pronto se
levanta y corre hacia la boca del callejón. Se mira perderse, tragado por la
noche. Queda el callejón iluminado por una fuerte luz…
13 Cuarto de hotel. Noche.
La
mujer mira los ojos de La Bestia. Lo mira sacando de su mochila el dinero.
Luego lo ve venir hacia ella. Mira las manos de La Bestia acercarse a su
rostro. Mira su puño caer —rotundo— en su rostro. Mira el piso. Mira el cielo
del techo del cuarto de hotel. Mira la ventana que trae la luz y los ruidos de
la calle, porque La Bestia la jala de los cabellos y la lleva hasta la cama.
Una y
otra vez ve el puño que la golpea. Mira la furia de los ojos. Alcanza a ver,
antes de perder los sentidos, a una sombra engrandecerse a lo alto del cuarto
de hotel.
Luego
el rostro de la mujer ensangrentado se transfigura en el de La Bestia, que yace
tendido en el callejón. Lo ilumina la luz de la lámpara. Abre los ojos. Luego
los cierra, la luminosidad lastima su vista. Abre, acto seguido y con lentitud
la mirada. Se sienta y se lleva las manos al rostro. Vuelve a sentir la humedad
de la sangre. Estira los brazos para observarlos con la luz. Mira la sangre.
Voltea hacia los lados. Se escucha la sirena de la patrulla cerca de sus oídos.
Se
levanta y corre hacia la oscuridad.
14. Día. Calles de la ciudad. Imágenes
de la cámara portátil.
Se
desliza —en cámara lenta— La Bestia entre la multitud que avanza en sentido
contrario a él. El ojo de una cámara de video portátil lo observa. Primero un
punto que se mueve. Luego un cuerpo que se desplaza hacia el ojo de la cámara.
Después su rostro fatigado por la carrera en lo amplio del ojo de la cámara. Se
acerca. Se acerca. Se acerca hasta encontrarse y lo último que mira el ojo de
la cámara es su cara chocar. Luego el ojo de la cámara se eleva hacia el cielo:
adornos. Piernas. Cuerpos de una multitud observados por la cámara desde el
piso.
Se
mueve el ojo de la cámara. Lo observa todo.
Luego
un oscuro total…
15. Cuarto de hotel. Noche
Se
escucha el sonido de la cama. Se abre la descripción de los cuerpos que están,
desnudos, bajo las sábanas. El recorrido inicia y narra los pies de los
amantes. Con lentitud camina hasta llegar a la espalda desnuda de La Bestia que
empuja su cuerpo hasta hundirse en la mujer que jadea. La mujer gesticula el
placer. Sus ojos permanecen cerrados. Su boca se abre. Sus manos arañan la
espalda de La Bestia. Ambos se elevan en un sonido de placer.
Se
desploma el cuerpo de La Bestia sobre cuerpo de la mujer, hasta quedar rendido…
La luz
del arbotante ilumina el rostro de La Bestia, que abre los ojos. Luego los
cierra. Los vuelve a abrir y besa a la mujer. Los ojos de La Bestia se abren
desmesuradamente: el rostro de la mujer está ensangrentado. Queda un instante
perplejo. Luego se levanta de la cama y se viste a toda prisa y sale corriendo
del hotel.
Baja
las escaleras y sale a la calle. Todo está oscuro y entra al callejón, tragado
por la noche.
Se
escucha —fuerte— el pitido del tren.
16. Exterior. Tren Noche.
Rueda
La Bestia por el costado del tren. Su cuerpo recorre un breve trecho del camino
que delinea la vía. Su rodar es detenido por las piedras del camino. Una nube
de polvo se levanta. De allí surge su figura, apenas entre vista en la
penumbra. La noche lo cubre todo. Se sienta y se lleva la mano derecha al
rostro. Luego a la cabeza. Se palpa y siente la humedad. Mira sus manos. Con
dificultad observa la sangre. Un oscuro hilo se desliza por su rostro. Ve, en
el recodo, perderse la máquina del tren, que desaparece tragado por la espesa
noche. Su mirada se alarga, pero ya nada ve. Penetra la noche a sus ojos hasta
cegarlos…
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