(Primera parte)
Hace algún tiempo un amigo cineasta
me propuso escribir una serie de guiones para llevarlos a su realización como
cortos para internet; le presenté el proyecto y quedamos de acuerdo y
complacidos; sin embargo, la producción nunca se realizó y yo, obsesivo como
soy —y fascinado ya con la historia—, seguí con la escritura hasta completar la
primera temporada. Hace tres días acabo de recibir la notificación de los
derechos de autor, y les comparto a los lectores el primer capítulo, que
convine (al leer el conjunto) en que se había convertido en una novela corta
1. Exterior. Tren. Noche.
Una
sombra salta del tren.
Veloz
la máquina se dibuja en silueta y se abren los hombres en oscurecidas figuras
sobre el lomo. La sombra cae sobre el pasto, las ramas y las piedras. Una nube
de polvo dispersa la imagen del hombre que cae, rueda y se levanta. Mira al
tren desaparecer en una curva, donde la noche cae a plomo. Ruido ensordecedor
de la máquina.
Se abre
una lobreguez profunda.
2. Exterior. Calles de la ciudad.
Día y de pronto noche.
Luces
de la ciudad. Autos veloces por las avenidas. Cohetes luminosos en lo alto del
cielo. Gritos y algarabía. Los ojos se deslumbran. La figura de La Bestia,
silenciosa, entre la multitud. Distraído se altera por un sonido que cae en sus
oídos como un trueno. Fugaces frases de una celebración. Nuevos truenos, muy
cercanos a él, lo perturban y arranca en una carrera cuando mira una patrulla
de policía. En contra la gente, la multitud aullante. De pronto el día se hace
de noche. Su carrera se detiene en una esquina en penumbras donde escucha,
surgido de una enorme grabadora puesta en el piso, un breve fragmento de una
canción que lo desconcierta surge de los labios de un muchacho, que trae
puestos unos grandes audífonos en los oídos:
Welcome to Tijuana,
tequila, sexo y marihuana,
Welcome to Tijuana…
Una
profunda chupada a un cigarro de marihuana hace que uno de los tres muchachos
cierre los ojos, mientras otro da un largo trago a una botella de tequila, en
tanto el tercero ríe mientras observa que La Bestia se acerca a ellos.
Muchacho
¿Quieres?
—le preguntan.
Afirma
con la cabeza y La Bestia alarga la mano hasta alcanzar el cigarro y se lleva
hasta lo más profundo el humo sin dejarlo salir. Le dan, acto seguido, la botella
y bebe pródigamente. Luego vuelve a sus manos la bachicha y se mira la chispa
refulgir en la penumbra…
3. La calle. De día.
La
Bestia corre porque ha visto a la policía bajar de la patrulla. Se desliza
entre la multitud que avanza en sentido contrario a él. El ojo de una cámara de
video portátil lo observa. Primero un punto que se mueve. Luego un cuerpo que
se desplaza hacia el ojo de la cámara. Después su rostro fatigado por la
carrera en lo amplio del ojo de la cámara. Se acerca. Se acerca. Se acerca
hasta encontrarse y lo último que mira el ojo de la cámara es su cara chocar.
Luego el ojo de la cámara se eleva hacia el cielo: adornos. Piernas. Cuerpos de
una multitud observados por la cámara desde el piso. Se mueve el ojo. Lo
observa todo. Luego un oscuro total…
La Bestia
Disculpe,
señora. Disculpe… —dice La Bestia.
Mujer
Okey.
Okey…
La
madura mujer se eleva tomada de la mano de La Bestia, que se disculpa una y
otra vez.
La Bestia
¿Está
bien, señora? —le pregunta La Bestia.
Mujer
Okey
—vuelve a decir la mujer que carga una mochila en su espalda. La mujer mira a
La Bestia y le sonríe
La
Bestia mira hacia el fondo de la multitud. Busca con la mirada. Ya no está la
policía. Nadie hay en la mirada: todo desaparece cuando escucha de nuevo a la mujer.
La
madura mujer habla, pero La Bestia nada entiende. Lo que hace La Bestia, en
todo caso, es hundir su mirada en los ojos de la mujer que sonríe al comprender
que La Bestia nada entiende…
Mujer
Yo
hablar poquito… —y La Bestia lo que hace es mirar sus labios y sonreír.
Mujer
Ser tú
de aquí —dice la mujer.
La
Bestia mueve la cabeza negativamente.
Mujer
Yo
también… no de aquí —y sonríe con dulzura la mujer—. Welcome… bien-ve-ni-do…
Se
miran profundamente a los ojos y ambos sueltan a reír como unos locos.
4 Noche. Vía del tren.
La
Bestia se levanta. Surge de entre una nube de polvo que contrasta blanca en
contra de la oscuridad. Mira al tren alejarse, que desaparece en la espesa
noche.
La silueta de La Bestia se mira agigantada en una silueta que lo
describe desde el suelo.
5. Callejón. Noche.
La
silueta de La Bestia se abre con lentitud, hasta completar su oscura figura.
Hay un punto de luz, un chisporroteo que emerge de la bachicha al rojo vivo.
Luego humo surgiendo de la boca de La Bestia. Sus ojos se miran cerrados. La
luz mercurial del arbotante lo ilumina de pronto. Abre los ojos y entrega el
cigarrillo al muchacho que ríe sin sentido. El muchacho se lleva a la boca la
bachicha. La Bestia de pronto se mira las manos: le sorprende la humedad de sus
manos que se ha llevado a la cara para despabilarse. Entiende sus manos para
mirarlas bajo la luz. Están manchadas de sangre.
La Bestia
¡Ah!
—exhala.
Siente
un desvanecimiento y lentamente comienza a caer al pavimento del callejón…
Viene a
la mente de La Bestia un recuerdo.
La Bestia
¡Ah!
—vuelve a gemir.
6. Hotel. Noche.
Se
describe el anuncio luminoso de un umbroso hotel. Y, luego, el camino que va de
la sala de entrada hacia las escaleras. Sombras que bajan. Movimiento extraño.
Una puerta marcada con el 666.
7. Cuarto de hotel. Noche.
De
entre la penumbra, apenas iluminada por la luz que entra por la ventana, se
escucha el jadeo de la mujer madura. Y el estrépito de La Bestia.
Lenta
descripción del espacio. Luego las sábanas que cubren los cuerpos en
movimiento.
Mujer-La Bestia
¡Ah!
¡Ah!
Las
manos de La Bestia acarician la espalda de la madura mujer. La mujer desnuda
sus piernas, enredadas con las de La Bestia.
Se describen los cuerpos lentamente.
Hasta descubrir a la mujer y La Bestia engarzados en un beso. En seguida, la
mujer se cubre con la sabana. Sus piernas se miran. La Bestia la recorrer el
trayecto de la mujer de la cama al baño. El rostro de La Bestia se ilumina de
pronto cuando ella abre la puerta y enciende la luz del baño. Antes de entrar
se detiene. Mira dulce a La Bestia y le manda un beso con la mano. Sonríe
complacida.
Penumbras.
8. Cuarto de hotel. Noche.
La
Bestia busca en la mochila de la mujer. Hunde sus manos hasta encontrar un
breve fajo de dinero. De pronto se abre la puerta y lo ilumina la luz…
9. Cuarto de hotel. Noche.
El
rostro de La Bestia se abre. Permanece caído en el pavimento. Se describe la
luz del arbotante caer en su cara, como si fuera una brisa.
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