Antonio Jiménez Díaz
La iniciativa para celebrar
anualmente el día del maestro, fue aprobada en 1917 y presentada por los
diputados Benito Ramírez y Enrique Viesca, quienes propusieron al presidente
Venustiano Carranza fuera establecido el 15 de mayo como día dedicado a los
maestros, siendo decreto presidencial celebrar esta fecha, conmemorándose por
primera vez en 1918.
La celebración del día del maestro
constituye un reconocimiento hacia la labor que el profesorado, de todos los
niveles, realiza en la comunidad mexicana. Dicho sea de paso, la Organización de
las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, propone que los
países parte celebren esta fecha especial el día 5 de octubre, sin embargo, en
diversas latitudes, se toman fechas distintas para cumplir este objetivo.
En ocasiones la importancia del
docente en la sociedad es vista con superficialidad, se le otorga el carácter
de transmisor de conocimientos o, en su caso, el depositario de habilidades y
destrezas que los educandos deben ser capaces de reproducir.
La labor del maestro es educar,
cuyas raíces pueden ser del latín educare, o, en su caso, educere.
Educare concentra la labor de guiar
o conducir en el conocimiento, proporcionar todos los medios al sujeto para que
se eleve de su estado primitivo a un estado de plenitud de desarrollo físico e
intelectual; educere, por su parte, significa sacar, conducir de adentro hacia
fuera, hacer salir.
A pesar de que existe algún
concierto en que la raíz del verbo educar es educare, ambas se complementan
hacia el significado de esa labor.
La labor del que educa es
importante, noble e importante, sin embargo, también es delicada, implica crear
espíritu crítico y reflexivo y, alejarse al máximo de la manipulación.
La educación, vista en su dimensión
más exacta implicaría el análisis de cada uno de los alumnos, con el objeto de
que el profesor diagnosticara, proporcionara herramientas y generara un estado
de plenitud de potencialidades de cada persona. Algo que se pierde de vista
muchas veces en el proceso educativo es que, no se trabaja con números de
lista, apellidos, códigos o claves, la relación personal entre profesores y
alumnos es entre personas, quienes en todo momento estamos sujetos a aprender y
a desaprender conocimientos y procesos que considerábamos irrefutables.
La celebración del día del maestro,
además de obtener, en algunos casos felicitaciones y muestras de gratitud,
debería ser motivo para reflexionar con mayor profundidad la trascendencia de
la labor del educador en el educando, el modelo y filosofía que emplea cada
institución y, en su caso, los medios al servicio de ambos para lograr esos
objetivos.
Es una afirmación, casi homogénea,
que la sociedad cambiará a través del sistema educativo, que lo que los
profesores hagamos ahora se reflejará en un futuro mediato y que así tendremos
mejores personas, ciudadanos y políticos. Sin embargo, los procesos para llegar
a esos resultados parecen poco claros e, incluso, inviables. El profesor necesita
motivación, apoyo, sustento, capacitación, acompañamiento y respeto a sus
derechos, de esa forma la entrega y la pasión por enseñar serán una constante
casi sin variaciones y la calidad de la educación mejorará de manera
sustantiva.
Sigamos felicitando a nuestros
profesores, ayudémosles más allá del abrazo o la felicitación, pongamos en tema
de discusión la filosofía de la educación en cada institución y escuela,
nuestros niños, jóvenes y adultos lo necesitamos, estamos muy retrasados en
estos procesos.
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