miércoles, 19 de abril de 2017

Origen de la danza en Zapotlán

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J. Jesús Juárez Martín



 Lo más emblemático de la identidad zapotlense son sus danzas y música ritual prehispánica que nos alcanza al Siglo XXI, con nueva vitalidad después de una atonía de los años 1970 al año 1990. En las fiestas juramentadas de octubre del 2016 fueron más de treinta las cuadrillas entre sonajeros y danzas, lo cual es un fortalecimiento evidente.

Juan José Curiel Medina, egresado de CUSur de Periodismo y Hugo Concepción Rodríguez Chávez; Profesor del Centro Universitario, autores del capítulo 7 del libro multicitado que comento “Origen de la danza en Zapotlán el Grande”, manifiestan que las comunidades conformaban pequeños señoríos antes de la llegada de los conquistadores y que eran dominados por los purhépechas cuya sede era Tzintzuntzan. Sus formas de vida cambiaron drásticamente a partir de la dominación a los purhépecha por Cristóbal de Olid a fines del año 1522, siempre buscando oro, plata, minas, llegó a Jiquilpan se dirigió a Tamazula por Mazamitla, dominó estas poblaciones, y las de Zapotlán, llego hasta Colima y regresó por el mismo camino. Informado Cortés de las riquezas de la región provocó su interés de preservar para él y sus allegados el dominio de estas tierras.

A toda la región llegaron españoles con familias recibiendo mercedes de tierra con ganado y caballerías, Tuxpan era en el siglo XVI Alcaldía Mayor sin olvidar la fundación de Santa María de la Asunción de Tzapotlán el 15 de agosto de 1533, por Fray Juan de Padilla.

La vida colonial favorecía a los españoles, comerciantes, productores, gobernantes, ganaderos y terratenientes y se debilitaban las comunidades indígenas, sus manifestaciones religiosas encauzadas para el cristianismo resurgía en ocasiones su fervor a las divinidades prehispánicas por lo que las prohibiciones eran comunes, en especial sus danzas, lo cierto es que la tradición corre por el pueblo ante opacidad e indiferencia de la población.

Los “encendios”, las danzas” permiten la pervivencia de sus costumbres, en 1747, la llegada de las esculturas de San José y la Virgen María en especial el temblor del 22 de octubre de 1749 son momentos clave para las costumbres dancísticas y la música porque proclamaron al Señor San José como santo protector de terremotos y todas las calamidades naturales que pudieran sucederse. Se le honra en forma especial en el novenario del 14 al 22 de octubre, desde agosto la preparación de las danzas se efectúa, su novenario festivo del 14 al 22 se anticipa al 6 y se acrecienta hasta el día 25.
 Los “ensayes” se realizan por barrios y calles donde se reúnen las cuadrillas y los ofrecen a vecinos, amigos siempre con la devoción al Patriarca y la Familia Josefina desde septiembre, para culminar en las noches del novenario y sus actuaciones los días 22 día de la Fiesta, el 23, culminación de fiestas con el recorrido de las sagradas imágenes por las calles tradiciones de su recorrido precediéndoles una docena de carros alegóricos de la historia de la salvación o de veneración al Señor San José y la pernoctación de las imágenes en casa del Mayordomo para volver a Catedral al mediodía del día 24, cerrando la fiesta con la elección del nuevo Mayordomo por la noche.

En cada reunión para ensayar el sonido agudo de la flauta de carrizo y el golpeteo del tamborcillo de doble membrana, instrumentos esenciales de los sones para realizar la danza que convoca a la convivencia de vecinos que aplauden los sones y evoluciones, recibiendo la cuadrilla alimentos tradicionales: tostadas, chile de uña, agua fresca, tacos y en los días de fiesta  los platillos regionales mole, pozole, cuachala, sopa de pan, ponche de granada en especial los días 22, 23 y 24 con familias  que los reciben con alegría.

En el año de 1813 por efecto de la Constitución de Cádiz se proclamó Ayuntamiento de Zapotlán, dirigido por españoles y criollos avecindados de relevante función económica y filiación peninsular.

El capítulo hace breve descripción del Valle de Zapotlán, la importancia y belleza de la laguna, los límites del Valle con Las Peñas, elemento de la Montaña Oriente  y demás elevaciones  que rodean el valle o  “circo” como esbozara el Mtro. Arreola y la relación que hay, que se establecen entre los miembros de las cuadrillas en especial los días de la fiesta, compañerismo, colaboración, fraternidad solidaria que rebasa en mucho la simple amistad, es frecuente que emparenten por compadrazgo, enlaces matrimoniales los que simplemente se relacionaban con fines de honrar al Señor San José.

Mencionan los autores que los sonajeros han tenido intromisión por parte de autoridades ajenas a intereses de comunidades dancísticas. En los años de mil novecientos setenta, se discriminó a grupos afines de otras localidades. Colocaron en el epicentro a los de Tuxpan, ante testimonios de pervivencia de manifestaciones artísticas en Amacueca, Atemajac Tapalpa Apango, Sayula, San Sebastián, Zapotlán Zapoltitic entre otros lugares de la región, las intromisiones en la organización de las cuadrillas han producido fricciones que dividen como sucedió en Ciudad Guzmán en un concurso de resultados lastimosos, por el desconocimiento de jueces sobre la música y la innovación de los atuendos acostumbrados en Sayula al pretender un porte al estilo Juan Diego, perdiendo elementos esenciales de identidad y tradición.   

En el año 1992 se iniciaron los encuentros de cuadrillas de sonajeros auspiciados por autoridades municipales, en 1993 se declaró el 12 de octubre “Día del Sonajero en Ciudad Guzmán” Las cuadrillas se han agrupado con autonomía en un organismo: “Fe Tradición, Arte, y Cultura Indígena de Zapotlán”.

Los sonajeros enfrentan problemas que no favorecen sus expresiones y autonomía, deterioro económico, el crecimiento urbano y pobladores que arriban ajenos a estas costumbres, no justifican cierre de calles para los ensayos, la lejanía para asistir a los lugares de prácticas, sin embargo, su fe ayuda a la integración, superan los problemas y hasta parecen más organizados. La falta de piteros afecta la tradición musical dancística en forma directo.

Estas tradiciones se sostienen entre el aplauso y la incomprensión de su lucha a más de cinco siglos de resistencia ante un modernismo sin arraigo que estandariza a todos los países en una globalización despersonalizadora de grupos y costumbres ancestrales, pero esperamos prevalezcan estas manifestaciones con dignidad y su participación sean testimonios de resistencia a la irrespetuosa modernidad.   


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