Samuel Gómez Patiño
Les comentaba en la columna
anterior, que la zapatería donde trabajaba como gerente de personal tenía un
problema grave de rotación de personal, la costumbre era contratar de nuevo a
los empleados que habían renunciado y en algunos casos hasta a los que se había
corrido por falta de confianza; bueno me pareció que lo mejor sería ya no
contratar personal que se había retirado de la empresa, y formar nuevo personal
en la búsqueda de lealtad y de encontrar la forma de entrar en una nueva
filosofía con empleados capacitados y entrenados en una nueva cultura
organizacional.
¿Alguna vez has trabajado en una
empresa familiar?, ¿administras una empresa de la familia?, ¿perteneces a la
familia?; en muchas ocasiones, el padre o la madre inician un negocio, un
restaurante, una herrería, un taller mecánico, un despacho contable, etc., por
lo general ayudado por la familia, que se convierten en empleados; su empresa
los provee del sustento diario, en algunas ocasiones fracasan, pero en los
casos en que subsisten se convierten en su modo de vida.
Siempre he pensado que en este tipo
de empresas, lo más difícil es separar el dinero del negocio y el de la
familia. En la mayoría de los casos, los dueños no tienen estudios profesionales
por lo que les es difícil administrar el efectivo, llegan y toman recursos de
la caja para salir a comer o simplemente ir al cine, lo cual no está mal, pero
sangran al negocio. Tenemos que convencer al dueño (a), de trabajar con un
sueldo y dejar el dinero para los gastos operacionales, como los sueldos, la
renta y los pagos de luz, agua, etc.; algunos no aceptan intervenciones de la
familia, como nuevas ideas o formas de trabajar, tratando de seguir con los mismos principios
que lo han llevado a subsistir, olvidando el más importante: siempre habrá una
mejor forma de hacer las cosas.
Una razón por la que muchos de
estos negocios no crecen es la falta de visión y en muchos casos de
conocimientos para mejorar la administración, aunado a la falta de confianza en
la familia y mucho más en los empleados.
Recuerdo que una vez, un alumno de
la licenciatura en negocios internacionales me platicaba sobre su organización,
él comentaba que procuraba no enseñarles todos los “trucos” de su negocio a sus
empleados porque después ellos podrían crear otro igual y hacerle competencia,
otro error del pequeño empresario. Le comente que prefería entregar un trabajo
mediocre, ya que no capacitar y entrenar adecuadamente a los trabajadores,
condenaba a la empresa a entregar trabajos sin calidad. Esta desconfianza, por
desgracia es común en nuestro país, cuando la sociedad ha evolucionado gracias
a los conocimientos compartidos por miles de personas.
La toma de decisiones también es un
aspecto difícil de compartir. Pensar que algún día tendré que soltar la mano de
mi niño para que empiece a caminar, cruzar la calle o irse a la escuela por su
propio pie, esto es inevitable y algún día tendré que abrir la mano y disfrutar
de verlo dar sus primeros pasos o subirse al camión con la seguridad que sabrá
cuidarse y llegar a su destino. En la empresa pasa algo similar, aprender a
delegar no será fácil, pero debo entrenar al personal (o a la familia) para el
relevo, algún día no estaremos al frente y nuestro negocio no debería de morir con
nosotros, como le ha pasado a muchas organizaciones.
Cuando
los empleados de mi ejemplo, se dieron cuenta que ya no los contrataría fueron
con las encargadas de las zapaterías en las que trabajaban con nosotros, y
ellas a su vez acudieron con el hijo del dueño Samuel Jr., para solicitarle que
se les reinstalará en sus puestos. Cuando hablo conmigo, le explique la razón
por la cual ya no los contrataría, que me parecía una pérdida de tiempo y
recursos estar aceptando todo el tiempo a los empleados regresar, aún si eran
buenos trabajadores, ya que no formábamos ninguna lealtad hacia la empresa, así
como regresaban se volvían a ir, a sabiendas que tenían el trabajo seguro. Pero
los contrato e inicio una ríspida relación entre el gerente de operaciones y su
servidor. Al no aceptarlos, no estaban en nómina por lo que les tenía que pagar
en efectivo, mientras quienes ya ocupaban sus lugares les pagaba de forma
legal, ahora teníamos dos bodegueros en cada sucursal. En fin, siempre he
tratado de seguir mis principios uno de los cuales es tratar de no afectar a
otros por mis decisiones y en este caso al no dejarme “tomar cartas en el
asunto”, sentí que sólo quería alguien que le aplaudiera y obedeciera por un
pago, no era como veía que iba a crecer profesionalmente y hasta la fecha.
Seguimos con el tema.
Me gustaría leer tú opinión, puedes
escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño
*Vicepresidente Educativo del Club
Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja
California
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