Martha
Catalina Álvarez Godoy
El
individuo desde pequeño reacciona de forma espontánea ante estímulos
provenientes del contexto natural o provocado por alguien, actúa de forma inconsciente
en los primeros años de su vida sobre todo, aprende de las conductas que
observa en los demás, sus padres, hermanos y familiares con los que se
relaciona; pareciera que las reacciones de los adultos son desapercibidas por
los niños, que no se dan cuenta de lo que los otros hacen o sucede a su
alrededor, pero cuando menos se espera ellos actúan como lo hacen los mayores, ese
referente guiará sus conductas por un tiempo, después lo hará por convicción
propia, a medida que va creciendo, ese actuar se torna más consciente.
Como
padres de familia es importante cuidar la forma de reaccionar ante situaciones
diversas que dejan al descubierto lo multifacético del actuar personal, tanto
en conductas positivas como negativas; necesario estar atentos para autorregular actitudes
cotidianas manifestadas con frecuencia que sin duda son aprendizaje para los más pequeños; la
formación de los hijos debe orientarse a cimentar conductas que los distingan y dignifiquen
como persona.
La
escuela por su parte, colabora en el aprendizaje no sólo de contenidos
curriculares, sino también en la adquisición de actitudes y valores que
permiten a los alumnos conducirse e interactuar con los demás no sólo en el
escenario educativo, sino en cualquier otro contexto de interacción social; corresponde
sumar esfuerzos los padres de familia y los docentes para que las generaciones
actuales en proceso formativo desarrollen estas cualidades, se trabaje con
ellos desde etapas tempranas en torno a la enseñanza de la autorregulación para
el manejo adecuado de conductas, este tipo
de posturas ayuda al individuo a actuar con más cordura, necesaria en el
tiempo actual.
Cuantas
veces las actitudes mostradas en situaciones particulares provocan
distanciamientos o conflictos en las relaciones humanas, trátese entre los
miembros de una familia, compañeros de estudio o trabajo; las actitudes
negativas afectan en cualquier contexto donde interactúe el individuo; se
requiere de habilidades personales precisas para saber manejar, actuar y
respetar ese tipo de conductas que sin duda inhiben cualquier intento de
comunicación, acercamiento o manifestación que se quiera externar, se antepone
la predisposición en ambas partes y en torno a ello se procede. Para W.I. Thomas
y F. Znaniecki: la actitud “es la tendencia del individuo a reaccionar, ya sea
positiva o negativamente, a cierto valor social”. Por su parte R. Jeffress dice
que "la actitud es nuestra respuesta emocional y mental a las
circunstancias de la vida".
Es
preciso analizar y reflexionar entonces sobre la forma de responder ante los
estímulos externos, con la finalidad no sólo de reconocer que muchas actitudes
pueden lastimar a los demás, sino para evitar o cambiar ciertas conductas que
lejos de ser agradables cada vez alejan más a las personas con las que se
necesita interactuar; desde luego cada
uno tiene libertad de hacerlo, también
para querer relacionarse con los otros sin pretender cambiar su forma de ser,
simplemente aprender a respetar y relacionarse con las diferencias individuales
de los demás.
Puntualizo
que en todos los ámbitos en los que interactúa el individuo es necesario
propiciar ese ambiente cordial que ayuda a que se disfrute formar parte de
éste, de lo que se hace, sean las actividades realizadas en casa, en la jornada
laboral, de recreación o convivencia; cada uno tiene una parte activa e
importante que ejercer para que las relaciones sociales surjan de forma
espontánea, sean valoradas y se preserven para el bien común. Hacer lo posible
por cambiar a cualidades positivas conductas inadecuadas en nuestra persona
conlleva un reto y compromiso personal, es algo que nadie más puede hacer.
*Asesora del Centro de Actualización del Magisterio
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