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martes, 4 de abril de 2017

¿De quién es la responsabilidad de educar?



 Eduardo Ponce Llamas


La educación en México en los últimos años, pasó de ser excesivamente represiva a ser permisiva. Nos preguntamos ¿quiénes son los responsables de la docencia de la población?, pero todos sabemos que el primer responsable es la familia, los espacios públicos, los medios de comunicación y los programas de televisión, “que están llenos de ordinariez y es lo que estamos difundiendo como mexicanos; además de los docentes en las escuelas. El sistema está fallando, empezando por los hogares. Si el hogar fracasa, no le pidamos al docente que arregle los desperfectos que hay en él, hay docencia y formación en cada madre que se preocupa por la suerte y formación de sus hijos, dónde están y dónde no están (…), y esto tiene tanta importancia como la docencia, porque es el ejemplo formador familiar el que marca a cada persona.


Es responsabilidad de cada uno de nosotros -alumnos, maestros, padres de familia, autoridades- que asumamos nuestra responsabilidad como actores de la comunidad educativa. Para ello, necesitamos conocer a fondo el estado de la educación en nuestro país.

En estos momentos, estamos escuchando lo referente a la reforma educativa en los medios de comunicación, donde se está satanizando la labor de cada maestro en el país, en un sistema plagado de desorden, vicios, y evaluaciones que ponen de cabeza a toda la sociedad. Todo el mundo opina de la educación, pero no se quiere asumir el papel de la sociedad como formadora de la misma sociedad.

Es injusto querer responsabilizar a los maestros de la mala calidad de la educación, cómo culparlos de las carencias de las escuelas, de la falta de electricidad, de drenaje, de que no tengan mobiliario, y todo lo que no está al alcance de los maestros.

Si entendemos al Gobierno como la agencia legítima de la sociedad para alcanzar el bien común y para resguardar el bien personal, el gasto manejado por los gobiernos es la forma de recapitular sus propósitos, de darle curso a los mandatos que recibieron en el marco de la ley y de hacer reales los planes y programas que presentaron.
En este sentido, la educación pública es la inversión que puede producir el retorno más grande y más ampliamente repartido de inversión pública, debido a que son las personas preparadas y capaces las que hacen realidad todas las demás riquezas tangibles; sin ellas, países con materias primas o gran infraestructura pueden tener tasas pequeñas y desiguales de crecimiento, mientras que países de poca riqueza extractiva pueden ser ejemplos de crecimiento vigoroso y de reparto equilibrado.

Por otro lado, se vislumbra lo que hacienda está proponiendo de reducir el gasto de educación limitando más la posibilidad de una mejora del gasto para 2017; en el ciclo presupuestal de México, ésta es la etapa de los recortes. Es también la etapa del año en la que se movilizan grupos nacionales, sectoriales y locales para hacer efectivo su poder político y ser un factor de oposición hacia los cambios que modifiquen negativamente sus intereses, que como hemos visto son solamente económicos, no para el bien de la sociedad, puesto que ya vaciaron las arcas del gobierno para inflar sus cuentas personales en todos los ámbitos de gobierno, desde la presidencia de la república, hasta los estados con sus respectivos gobernadores.

En el esquema vigente, el grueso de los recursos federales (más del 80%) se va en sueldos y salarios, con responsabilidades de pago muy rígidas, así que la mayoría de los ajustes deben hacerse sobre la proporción restante. En términos reales, la propuesta que Hacienda manda a la Cámara de Diputados para el año venidero disminuye apenas en 4.8% con respecto de 2016, y hay que reconocerle al Gobierno Federal una voluntad de reducción en costos de administración, pues la estructura operativa de la SEP llega con una propuesta de reducción del 15%. Pero no se toque en nada sueldos de diputados, senadores, etc. Porque ese es otro tema que no podríamos verle fin, de donde se va todo el dinero que no llega al pueblo.

Dicho esto, preocupa que, en el punto más alto de la transformación de la profesión docente, la formación continua de docentes reciba un recorte respecto del año anterior; que los recursos para evaluación de los aprendizajes ponga de nuevo en riesgo la implementación censal de PLANEA, que ya se pospuso el año pasado, con una reducción, dedicado al fortalecimiento y a la inversión directa a las escuelas (llamado irónicamente “Programa de la Reforma Educativa”) tenga una reducción del 71.9%; que fondos destinados a Educación Inicial, por 500 mdp para 2016, sencillamente desaparezcan; que haya un recorte del 29% a becas de niños indígenas; que las Normales sí reciban, para el año próximo, 38% más de presupuesto, pero que las becas a los normalistas tengan una contracción del 29%; que el Programa para la Equidad e Inclusión sufra un decremento del 34.6%...

Es momento de sensatez, decisión y valentía: en medio de una transformación educativa de metas ambiciosas, la educación no se reforma sólo cambiando leyes y planes, sino con la implementación pulcra, oportuna y debidamente fondeada de dichas leyes y dichos planes.

Si queremos que algo pase en las aulas, no podemos dejar que se queden fuera del presupuesto.


*Asesor del Centro de Actualización del Magisterio


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