Eduardo Ponce Llamas
La
educación en México en los últimos años, pasó de ser excesivamente represiva a
ser permisiva. Nos preguntamos ¿quiénes son los responsables de la docencia de
la población?, pero todos sabemos que el primer responsable es la familia, los
espacios públicos, los medios de comunicación y los programas de televisión,
“que están llenos de ordinariez y es lo que estamos difundiendo como mexicanos;
además de los docentes en las escuelas. El sistema está fallando, empezando por
los hogares. Si el hogar fracasa, no le pidamos al docente que arregle los desperfectos
que hay en él, hay docencia y formación en cada madre que se preocupa por la
suerte y formación de sus hijos, dónde están y dónde no están (…), y esto tiene
tanta importancia como la docencia, porque es el ejemplo formador familiar el
que marca a cada persona.
Es
responsabilidad de cada uno de nosotros -alumnos, maestros, padres de familia,
autoridades- que asumamos nuestra responsabilidad como actores de la comunidad
educativa. Para ello, necesitamos conocer a fondo el estado de la educación en
nuestro país.
En
estos momentos, estamos escuchando lo referente a la reforma educativa en los
medios de comunicación, donde se está satanizando la labor de cada maestro en
el país, en un sistema plagado de desorden, vicios, y evaluaciones que ponen de
cabeza a toda la sociedad. Todo el mundo opina de la educación, pero no se
quiere asumir el papel de la sociedad como formadora de la misma sociedad.
Es
injusto querer responsabilizar a los maestros de la mala calidad de la
educación, cómo culparlos de las carencias de las escuelas, de la falta de
electricidad, de drenaje, de que no tengan mobiliario, y todo lo que no está al
alcance de los maestros.
Si
entendemos al Gobierno como la agencia legítima de la sociedad para alcanzar el
bien común y para resguardar el bien personal, el gasto manejado por los
gobiernos es la forma de recapitular sus propósitos, de darle curso a los
mandatos que recibieron en el marco de la ley y de hacer reales los planes y
programas que presentaron.
En este
sentido, la educación pública es la inversión que puede producir el retorno más
grande y más ampliamente repartido de inversión pública, debido a que son las
personas preparadas y capaces las que hacen realidad todas las demás riquezas
tangibles; sin ellas, países con materias primas o gran infraestructura pueden
tener tasas pequeñas y desiguales de crecimiento, mientras que países de poca
riqueza extractiva pueden ser ejemplos de crecimiento vigoroso y de reparto
equilibrado.
Por
otro lado, se vislumbra lo que hacienda está proponiendo de reducir el gasto de
educación limitando más la posibilidad de una mejora del gasto para 2017; en el
ciclo presupuestal de México, ésta es la etapa de los recortes. Es también la
etapa del año en la que se movilizan grupos nacionales, sectoriales y locales
para hacer efectivo su poder político y ser un factor de oposición hacia los
cambios que modifiquen negativamente sus intereses, que como hemos visto son
solamente económicos, no para el bien de la sociedad, puesto que ya vaciaron
las arcas del gobierno para inflar sus cuentas personales en todos los ámbitos
de gobierno, desde la presidencia de la república, hasta los estados con sus
respectivos gobernadores.
En el
esquema vigente, el grueso de los recursos federales (más del 80%) se va en
sueldos y salarios, con responsabilidades de pago muy rígidas, así que la
mayoría de los ajustes deben hacerse sobre la proporción restante. En términos
reales, la propuesta que Hacienda manda a la Cámara de Diputados para el año
venidero disminuye apenas en 4.8% con respecto de 2016, y hay que reconocerle
al Gobierno Federal una voluntad de reducción en costos de administración, pues
la estructura operativa de la SEP llega con una propuesta de reducción del 15%.
Pero no se toque en nada sueldos de diputados, senadores, etc. Porque ese es
otro tema que no podríamos verle fin, de donde se va todo el dinero que no
llega al pueblo.
Dicho
esto, preocupa que, en el punto más alto de la transformación de la profesión
docente, la formación continua de docentes reciba un recorte respecto del año
anterior; que los recursos para evaluación de los aprendizajes ponga de nuevo
en riesgo la implementación censal de PLANEA, que ya se pospuso el año pasado,
con una reducción, dedicado al fortalecimiento y a la inversión directa a las
escuelas (llamado irónicamente “Programa de la Reforma Educativa”) tenga una reducción
del 71.9%; que fondos destinados a Educación Inicial, por 500 mdp para 2016,
sencillamente desaparezcan; que haya un recorte del 29% a becas de niños
indígenas; que las Normales sí reciban, para el año próximo, 38% más de
presupuesto, pero que las becas a los normalistas tengan una contracción del
29%; que el Programa para la Equidad e Inclusión sufra un decremento del 34.6%...
Es
momento de sensatez, decisión y valentía: en medio de una transformación
educativa de metas ambiciosas, la educación no se reforma sólo cambiando leyes
y planes, sino con la implementación pulcra, oportuna y debidamente fondeada de
dichas leyes y dichos planes.
Si
queremos que algo pase en las aulas, no podemos dejar que se queden fuera del
presupuesto.
*Asesor
del Centro de Actualización del Magisterio
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