Jorge
Mauricio Barajas Pérez
José
Paulino de la Cruz Rolón Alcaraz nació el 22 de junio de 1876, en Zapotlán el
Grande. Hijo único del músico Feliciano Rolón y doña Eduviges Alcaraz, sus
padres dueños del rancho “La Fortuna” cerca de la laguna, eran humildes y
trabajadores. Feliciano Rolón fue músico, la editorial Wagner y Levien de la
ciudad de Guadalajara, en la famosa y popular antigua calle de San Francisco,
hoy avenida 16 de septiembre, le publicó al menos una docena de sus piezas y
famosa es la anécdota, en que a caballo, padre e hijo hicieron la travesía a
Cd. De México en 1890 para poder escuchar a Pablo de Sarasate y Eugenio
D’Albert.
Guillermo
Jiménez nació en Zapotlán el Grande el 9 de marzo de 1891, aprendió a leer en
la enorme biblioteca de su abuelo, en la esquina suroriente de las antiguas
calles de Artes y San Antonio, hoy José Rolón y Federico del Toro
respectivamente. Cursó la primaria en la escuela de la Parroquia y más tarde en
Guadalajara con los maristas de la Inmaculada Concepción.
Músico
el primero, escritor y diplomático el segundo, sus vidas corrieron paralelas. Rolón
inicia sus estudios musicales con Arnulfo Cárdenas el organista de la Parroquia
de Zapotlán, en 1892 y tras la muerte de su maestro, ingresa al Seminario de
San José de Zapotlán a donde más tarde ingresaría el joven Guillermo Jiménez,
hijo único como Rolón. Tras dos años en el Seminario el joven Rolón fue enviado
a Guadalajara a estudiar con el maestro Francisco Godínez, ese sería un acontecimiento
crucial en su vida, regresaría a Zapotlán en 1895, Ricardo Miranda en su
biografía sobre el músico nos dice “que fue el canto de las sirenas” el que
hizo que Rolón regresara a su pueblo y formalizara su noviazgo con Mercedes
Villalvazo con quien se casaría en 1898. En 1900 y tras la muerte de su esposa
posterior a su segundo parto Rolón deja su pueblo definitivamente a los 24 años
de edad, pero lleva en su memoria y en su corazón los sonidos, los olores y las
sensaciones del valle, la laguna y su volcán.
A los
22 años, pero en 1913, Jiménez ingresa a trabajar en el Servicio Postal como
meritorio. Durante la visita a Zapotlán el Grande del Presidente Venustiano
Carranza, es el joven Guillermo quien realiza el discurso de bienvenida, ahí le
solicita apoyo al Presidente para continuar sus estudios. Viaja a Guadalajara
continuando trabajando en el Servicio
Postal. Más tarde iría a Cd. de México e ingresa al Servicio Exterior de donde
sería un importante diplomático. Viaja a España a los 29 años como canciller en
Madrid, el Embajador es Don Alfonso Reyes, el Secretario don Artemio de Valle
Arizpe. Escritor desde sus años mozos en su pueblo natal, colabora en diarios y
revistas en Guadalajara mientras escribe sus primeros libros.
Zapotlán,
el Zapotlán de finales del siglo XIX va en los recuerdos de estos dos grandes
hombres. Cada uno forja su vida personal. Literaria y diplomática una, musical
la otra. Rolón viaja a París a tomar clases de composición con Paul Dukas, aún
cuando ya gozaba de un gran renombre a nivel nacional. Fundador de la Orquesta
Sinfónica de Guadalajara, génesis de la actual Orquesta Filarmónica de Jalisco,
es en Europa donde finaliza “Zapotlán
1895, suite sinfónica”. Es esta obra la que muestra a un Rolón romántico. Recordemos
que 1895 fue el año en que conoció a Mercedes la que sería su esposa y el amor
de su vida. Se ha escrito que fue posterior a la lectura de la novela “Zapotlán”
de Guillermo Jiménez que el Maestro Rolón dio por terminada también su obra
sinfónica, esto no es correcto. José Rolón tenía su poema sinfónico esbozado y
fue en París en donde finalmente la terminó, de hecho fue revisada por su
maestro Dukas. La novela de Guillermo
Jiménez fue publicada en 1931, el Poema Sinfónico en 1929. Sobre su obra Rolón
dijo: “la escritura de Zapotlán, es la evocación constante de mi rancho y mi
pueblo jaliscienses, me obligue a repetir lo propio y lo cercano, en vez de lo
lejano y ajeno”.
Ricardo
Miranda nos dice:
“La obra que mejor muestra cómo Rolón fue un
compositor de raigambre romántica es su poema sinfónico Zapotlán, 1895. Obra
escrita en tres movimientos. El primero, denominado Campestre, se postula como
una evocación sonora del entorno mágico de su lugar de nacimiento: la laguna,
las garzas, las nieves en lontananza…en el segundo movimiento Rolón se ocupa de
los intrínseco de la vida; es decir, del amor tal y como se manifiesta típicamente
en un gallo o serenata al que dio el exacto titulo de Gallo romántico. El
movimiento es descriptivo hasta el límite, los pasos de los músicos por las
calles oscuras del pueblo, sus traspiés y el sonido destemplado de quienes
afinan y calientan, incluso la típica revisión de las cuerdas al aire de la
guitarra, todo queda irónica y puntualmente plasmado. Enseguida resuena
orquestada de manera esplendida la canción tradicional favorita del músico,
“ingrata porque me abandonaste…” La audición de este fragmento no puede dejar
impávido a ningún escucha, ya por la emotividad lograda, ya por el atinado
retrato escénico musical que Rolón alcanzó en este movimiento. Remata la obra
el tercer movimiento llamado Fiesta cuya escritura es, propiamente, la primera
ocasión en que el mariachi resonó desde la orquesta sinfónica. Pero a
diferencia de lo que haría (Blas) Galindo años después con Sones del mariachi
escrita como pieza para turistas neoyorquinos en 1940, Rolón en cambio impregnó
su visión sinfónica de los sones del mariachi con un ejercicio armónico audaz y
con un respeto obsesivo de la rítmica y los acentos, es por esto que Zapotlán
es la gran obra nacionalista y romántica de Rolón”.
El
estreno de la Suite Sinfónica sería en Guadalajara, Guillermo Jiménez
continuaría en Europa desempeñando diferentes cargos diplomáticos y
escribiendo, hasta llegar a ser Ministro Plenipotenciario en Viena, Austria durante 1952 a 1958. Recibiría
infinidad de condecoraciones por su desempeño en el Servicio Exterior Mexicano,
su novela Zapotlán evocaría como en el caso de Rolón, a su pueblo a finales del
siglo XIX, sus calles, sus capillas, sus gentes, sus tradiciones y sus fiestas.
Rolón y Jiménez eternizarían en sus obras al pueblo que los vio nacer. La obra
de Jiménez está siendo revalorada en la actualidad, ediciones nuevas de su
novela han sido editadas, mientras tanto la Orquesta Filarmónica de Jalisco
heredera en su fundación del Maestro José Rolón tiene años sin interpretar el
“Zapotlán, 1895”.
Sirva
de recordatorio para pedir a la Dirección de Cultura de nuestro pueblo, la
solicitud para la interpretación de nuevo de esta extraordinaria pieza, y quizá
poder volver a escuchar la “Cantata Zapotlán” del Mtro. Antonio Navarro que
pudimos oír en su estreno mundial hace casi cuatro años en la Iglesia Catedral de Zapotlán y que
nunca más volvió a interpretarse.
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