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lunes, 27 de marzo de 2017

Y la puerta se abrió…

 Samuel Gómez Patiño



El 12 de junio de 1986, en medio del mundial de fútbol de México 86, me levante temprano y tome mi acordeón, recuerdo haber tocado durante unas tres horas, casi hasta que me dolió el hombro; cuando tenía alguna situación de estrés el acordeón ayudaba a enfocarme otra vez y tranquilizarme. Ese día presentaba mi examen profesional, recuerdo que a las seis de la tarde tenía que estar en la Sala Audiovisual de la Facultad de Contaduría y Administración, en la Universidad Autónoma de Baja California, en mi ciudad natal Tijuana.


Había trabajado tanto obligado en parte, por la amenaza de uno de mis sínodos de no dejar que terminara mi carrera profesional y en otra por la ilusión de que mis padres (en especial el Ingeniero Alfonso Gómez Izquierdo) estuvieran presentes y disfrutaran el éxito de su hijo mayor y el primero con un título de una carrera profesional.

Como me gustaba dibujar, recuerdo haber realizado unos acetatos con gráficas y caricaturas sobre el proyecto financiero (a veces siento que soy el precursor del Power Point), me sentía como pez en el agua y le conteste a cada uno de los sinodales con nervios pero confiado en lo que había aprendido. Mi máximo orgullo, mi padre sentado una butaca atrás de mi emocionado escuchando a su hijo.
Al término me pidieron abandonar la sala para deliberar, me sentía satisfecho por demostrarles que era competente, sobre todo en el área financiera y, entonces ocurrió algo que quizás cambio el rumbo de mi vida. El Contador Público Luis Meza Aristigue me vio fuera de la sala y me pregunto: ¿Cómo te fue?, a lo que conteste, -Me parece que bien, -Entonces (me dijo), al terminar pasa a llenar tú disponibilidad para que empieces a dar clases.

En diciembre de 1985 termine mi último semestre de la carrera, en junio de 1986 presentaba mi examen profesional y el 5 de agosto del mismo año di mi primer clase en la universidad, a un grupo de octavo de Contadores Públicos la materia de Mercadotecnia. Recuerdo ese día con mucho cariño, que a la vez marco el camino que 30 años después siguió su servidor.

Me tocaba la primer clase para el grupo del semestre, llegue temprano y subí al segundo piso del edificio “H” y entre al salón. No había nadie. Deje mi carpeta en el salón y afuera me encontré con un conocido por lo que me puse a platicar, entonces me percate que entraron 3 muchachas al aula por lo que me despedí de mi interlocutor y regrese a mi lugar. Al no encontrar ningún maestro las alumnas se sentaron haciendo un circulo con sus mesabancos y empezaron a platicar de sus vacaciones (eso me pareció), en eso estaban cuando ingrese al salón y tome un pupitre y también me senté con ellas.

Tenía 25 años, pero aparentaba muchos menos por lo que no les pareció extraño que al acercarme les preguntará cual era la materia que nos tocaba y una de ellas me contesto –Mercadotecnia, y volví a preguntar -¿Quién es el maestro?, y revisando sus horarios me dijeron –Un tal Samuel Gómez, y seguí preguntando -¿Cómo creen que sería más interesante esta matera? En fin, me dieron sus opiniones e ideas y cuando terminaba mi hora clase me despedí de ellas y escuche a una de las alumnas decirme como en forma de queja, -que el primer maestro haya sido irresponsable por no acudir a la primera hora no significa que no tengamos las demás clases, entonces les comente, yo solo les doy está hora nos vemos mañana. Se imaginaran al día siguiente cuando llegue, me presente oficialmente escribiendo en el pizarrón mi nombre y alcance a escuchar dentro del gran silencio del grupo: -Si era el maestro.

Cuando estudiaba mi carrera profesional está era una de dos cosas que había jurado no hacer al terminar, la otra ser Gerente de Recursos Humanos, que curiosamente también fue mi primer trabajo profesional. Aprendí a no decir nunca.

Este viernes 24 estaré en el festejo que realiza la universidad para sus trabajadores más antiguos y curiosamente en el 60 aniversario de la UABC, empezando por quienes cumplen 20, luego 25 y como su servidor 30, además de los de 40 y 45 años de servicio a la educación profesional. Hoy sólo puedo mirar mis huellas y pensar que me debo preparar para cerrar ciclos, pronto me voy a jubilar (en 5 años) y me queda la satisfacción de haber contribuido en el crecimiento de miles de profesionistas, y sólo les puedo decir que preferí que me odiarán por ser severo y estricto mientras estudiaban que lo hicieran después, ya egresados porque no hice mi trabajo. 

La próxima semana, carta a una persona que murió.

Me gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño


Vicepresidente Educativo del Club Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja California


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