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martes, 21 de marzo de 2017

Los retos del sector popular del PRI

Arturo Zamora


Comentábamos aquí, la relevancia del discurso del presidente Enrique Peña Nieto, pronunciado durante la ceremonia conmemorativa del 88 aniversario de la fundación del PRI.


Hoy retomo, de dicho mensaje, un aspecto crucial en el debate que está por abrirse con los procesos electorales locales de junio próximo y, luego, con las elecciones generales y por la Presidencia de la República en 2018: el de la capacidad de adaptación del PRI a las sucesivas etapas de nuestra historia, a la vez como un promotor de la modernización y una institución política capaz de asimilar los cambios en individuos y grupos sociales.

El mejor ejemplo de esta cualidad y fortaleza del PRI es la transformación que han vivido los tres grandes sectores que forman la base social de este partido: el sector obrero, el sector campesino y el sector popular.

De 1929 a la fecha, México pasó de ser un país eminentemente rural a uno mayoritariamente urbano. Luego de ser creadas las primeras instituciones financieras, de fomento y desarrollo, la Segunda Guerra Mundial impulsó una industrialización acelerada, la tecnificación del campo y el crecimiento de las grandes universidades públicas.

Durante las tres décadas del llamado “desarrollo estabilizador”, en México creció una amplia y dinámica clase media que requería un espacio de participación política organizada y demandaba su representación democrática en el orden institucional.

El 28 de febrero de 1943 nace el sector popular del PRI con la figura de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares. Fue fundada en Guadalajara bajo la dirección política de don Juan Gil Preciado y Ernesto Gallardo, para incluir a los profesionales independientes, maestros, pequeños industriales, transportistas, servidores públicos, comerciantes y colonos, entre otros sectores urbanos.

Más adelante se sumaron los militares y los pequeños propietarios rurales: ganaderos, forrajeros, cañeros, cafetaleros y agroindustriales, entre otros.

Las décadas posteriores al llamado “milagro mexicano” no fueron fáciles para ninguno de los tres sectores.

Hacia 1982, México inició un largo ciclo de reformas que lleva ya 35 años de grandes esfuerzos por reconvertir el aparato industrial, eliminar el estatismo y el corporativismo agrario, abrir progresivamente la economía, promover la liberalización comercial e impulsar la competitividad y la productividad. Todo ello supuso una acelerada adaptación de la clase obrera, un nuevo impulso al desarrollo rural y una auténtica revolución en la economía urbana.
Sobre esta base, la transformación del país continúa en forma acelerada y, en apenas dos sexenios, México tendrá 100 nuevas ciudades con 37 millones de habitantes más y una población urbana de 90% que demandará servicios de energía eléctrica, transporte, vivienda, salud, educación, cultura y recreación.

Al asumir la dirigencia del sector popular del PRI, el pasado 3 de marzo, lo hicimos conscientes del reto que supone renovarse y consolidarse a partir de la ampliación de su representación política de cara a las nuevas ciudadanías. El desafío es la inclusión de los individuos y grupos sociales asociados con el sector servicios y el desarrollo de las megalópolis que actualmente representan la mayor parte de la economía nacional.

El objetivo es afianzar a la Confederación Nacional de Organizaciones Populares como la representación más viva, amplia y dinámica del PRI para renovar la alianza que ha permitido realizar las grandes reformas que están dando a México viabilidad y fortaleza.

*Senador de la República.


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