*Rosa María Chávez Hernández
En las
escuelas muchas veces existen problemas para mantener la disciplina de los
alumnos. Más que una frase, este es un hecho incuestionable en la mayoría de
los contextos educativos que vivimos diariamente maestros/as, padres y madres
de familia. Los educandos no reconocen límites, muchas veces carecen de
solidaridad y empatía hacia quienes les rodean y en general, no muestran
respeto hacia autoridades y normas existentes.
Posiblemente
a algunos de nosotros al mencionar la palabra disciplina inevitablemente nos
conduzca al término autoridad, porque pertenecemos a generaciones pasadas y
fuimos educados bajo otras condiciones. El concepto de autoridad está asociado
con dureza, imposición y desagrado. Lo cual resulta paradójico cuando sabemos
que esta palabra proviene de un vocablo griego que significa “ayudar a crecer”.
Hoy en
día es muy difícil que los padres ayuden a crecer a sus hijos, por la presencia
de varios factores que hacen la tarea complicada: ambos salen a trabajar y los
hijos salvo las horas que pasan en la escuela, están bajo el cuidado de la
persona que hace el aseo en casa, con las abuelitas y abuelos consentidores y
desde luego, con la televisión los videojuegos e internet, que los ponen en
contacto con un mundo lleno de imágenes agresivas e infinidad de estímulos
visuales y auditivos.
El reto
de los padres hoy es desarrollar la inteligencia emocional de los hijos en un
marco de responsabilidad y respeto hacia la sociedad. Y por supuesto, el mayor
de los retos es encontrar el tiempo para hacerlo.
Los
padres deben tener presente que sus hijos son educados para ser adultos, no
para seguir siendo niños. Adultos productivos, portadores de valores y
virtudes, integrados a la sociedad. Es decir, seres humanos plenos y felices.
La
clave está entonces en encontrar un punto de equilibrio entre dos posturas
extremas. Para lograrlo necesitamos hacer un alto en el camino que nos permita
reflexionar y trazarnos una mejor ruta. Finalmente, no olvidemos que el lograr
establecer una disciplina efectiva
requiere de estructura, firmeza, conocimiento, valores, sensibilidad y empatía
entre otras cosas. Debemos Establecer reglas claras y las consecuencias lógicas
al acto. Éstas son distintas para cada familia, según la estructura y valores
de la misma.
*Asesora del Centro de Actualización del Magisterio de Cd. Guzmán, Jal.
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