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martes, 28 de marzo de 2017

El día de la poesía de Ricardo Castillo

>Los conjurados





Ricardo Sigala


Hace diez años que los alumnos de Letras Hispánicas celebran el día Mundial de la Poesía. Salen a los pasillos, los jardines y demás áreas comunes del centro universitario y toman la palabra poética: leen, declaman, susurran o cantan versos; entregan poemas a los transeúntes, plasman en los muros versos de los grandes poetas de la historia o bien comparten sus propias creaciones. A veces los acompañan con un caramelo, una sonrisa o bien con actos de provocación por medio de performances. Cada año la imaginación se hace presente para recordar que el 21 de marzo no sólo es el inicio de la primavera, sino que es la ocasión para celebrar el Día Mundial de la Poesía, instituido por la UNESCO desde 1999 en reconocimiento a una tradición denominada la Primavera de los poetas que se realiza en diferentes países del mundo en especial en América y Europa.


            En esta ocasión los estudiantes de Letras hispánicas prepararon un homenaje al poeta Rubén Darío por el 150 aniversario de su natalicio a través de un conversatorio; hicieron una alusión paródica a la política de Donald Trump por medio de un muro de poesía, instalaron un stand de poesía prehispánica, el tradicional tendedero de poemas y entregaron poesía para llevar. Una actividad relevante fue la premiación del Certamen literario del CUSur en la categoría de poesía, que en esta ocasión ganó el estudiante de Letras Hispánicas, Edgardo Aguilar con su poema “Epitafio”, el cual fue elegido por el jurado por decisión unánime.

            Pero por encima de todas las actividades destacó la presencia de Ricardo Castillo como poeta invitado. Ricardo Castillo es un poeta jalisciense que a mediados de la década de los años setenta llamó la atención del medio literario mexicano con la publicación de un libro que marcaría un antes y después en la forma de escribir poesía en nuestro país. El libro se titulaba El pobrecito señor X y fue objeto de la atención de los más variados sectores de la crítica, algunos lo celebraron como un suceso que venía a refrescar nuestra poesía y la ponía a tono con los tiempos que corrían, es decir con las secuelas libertarias de los años sesenta, la cultura del rock, el movimiento hippy, el pacifismo, el pujante feminismo y los movimientos de izquierda. Otros críticos se opusieron a una poesía tan radicalmente coloquial y de intereses tan centrados en la cultura popular como la música de rock, el futbol, y la cultura juvenil en general. El libro de Ricardo Castillo tuvo defensores y detractores pero pocos permanecieron incólumes ante un libro tan vital, novedoso y tan perteneciente a su generación. La poesía de Ricardo Castillo venía a poner a raya a la poesía solemne, intelectualizante y pretenciosa que caracterizaba nuestra tradición.
           
        Hoy en día la obra de Ricardo Castillo suma una docena de títulos. Es importante decir que su estética no sólo no ha envejecido, por el contrario hay una buena cantidad de escritores que han abrazado sus posturas. Las poéticas de Julián Herbert, José Eugenio Sánchez, Ángel Ortuño y Luis Eduardo García, sólo mencionar unos pocos, no serían lo que son sin este antecedente. Ricardo Castillo, con toda su historia y trascendencia estuvo en la Casa del Arte Dr. Vicente Preciado Zacarías, ante un auditorio pleno y receptivo. Hizo un recorrido por su trayectoria, ejecutó sus poemas con su personalísimo estilo y conversó con los asistentes. En tanto que la mañana del miércoles impartió un taller de poesía.

            El año pasado se cumplieron cuarenta años de la publicación de El pobrecito señor X de Ricardo Castillo, me gusta pensar que la presencia del escritor en Ciudad Guzmán y la apasionada respuesta de los estudiantes de Letras Hispánicas es una homenaje que le debíamos a este poeta heterodoxo.


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