>Los conjurados
Ricardo Sigala
Hace diez años que los alumnos de
Letras Hispánicas celebran el día Mundial de la Poesía. Salen a los pasillos,
los jardines y demás áreas comunes del centro universitario y toman la palabra
poética: leen, declaman, susurran o cantan versos; entregan poemas a los
transeúntes, plasman en los muros versos de los grandes poetas de la historia o
bien comparten sus propias creaciones. A veces los acompañan con un caramelo,
una sonrisa o bien con actos de provocación por medio de performances. Cada año
la imaginación se hace presente para recordar que el 21 de marzo no sólo es el
inicio de la primavera, sino que es la ocasión para celebrar el Día Mundial de
la Poesía, instituido por la UNESCO desde 1999 en reconocimiento a una
tradición denominada la Primavera de los poetas que se realiza en diferentes
países del mundo en especial en América y Europa.
En
esta ocasión los estudiantes de Letras hispánicas prepararon un homenaje al
poeta Rubén Darío por el 150 aniversario de su natalicio a través de un
conversatorio; hicieron una alusión paródica a la política de Donald Trump por
medio de un muro de poesía, instalaron un stand de poesía prehispánica, el
tradicional tendedero de poemas y entregaron poesía para llevar. Una actividad
relevante fue la premiación del Certamen literario del CUSur en la categoría de
poesía, que en esta ocasión ganó el estudiante de Letras Hispánicas, Edgardo
Aguilar con su poema “Epitafio”, el cual fue elegido por el jurado por decisión
unánime.
Pero
por encima de todas las actividades destacó la presencia de Ricardo Castillo
como poeta invitado. Ricardo Castillo es un poeta jalisciense que a mediados de
la década de los años setenta llamó la atención del medio literario mexicano
con la publicación de un libro que marcaría un antes y después en la forma de
escribir poesía en nuestro país. El libro se titulaba El pobrecito señor X y fue objeto de la atención de los más
variados sectores de la crítica, algunos lo celebraron como un suceso que venía
a refrescar nuestra poesía y la ponía a tono con los tiempos que corrían, es
decir con las secuelas libertarias de los años sesenta, la cultura del rock, el
movimiento hippy, el pacifismo, el pujante feminismo y los movimientos de
izquierda. Otros críticos se opusieron a una poesía tan radicalmente coloquial
y de intereses tan centrados en la cultura popular como la música de rock, el
futbol, y la cultura juvenil en general. El libro de Ricardo Castillo tuvo
defensores y detractores pero pocos permanecieron incólumes ante un libro tan
vital, novedoso y tan perteneciente a su generación. La poesía de Ricardo
Castillo venía a poner a raya a la poesía solemne, intelectualizante y
pretenciosa que caracterizaba nuestra tradición.
Hoy
en día la obra de Ricardo Castillo suma una docena de títulos. Es importante
decir que su estética no sólo no ha envejecido, por el contrario hay una buena
cantidad de escritores que han abrazado sus posturas. Las poéticas de Julián
Herbert, José Eugenio Sánchez, Ángel Ortuño y Luis Eduardo García, sólo
mencionar unos pocos, no serían lo que son sin este antecedente. Ricardo
Castillo, con toda su historia y trascendencia estuvo en la Casa del Arte Dr.
Vicente Preciado Zacarías, ante un auditorio pleno y receptivo. Hizo un
recorrido por su trayectoria, ejecutó sus poemas con su personalísimo estilo y
conversó con los asistentes. En tanto que la mañana del miércoles impartió un
taller de poesía.
El
año pasado se cumplieron cuarenta años de la publicación de El pobrecito señor X de Ricardo
Castillo, me gusta pensar que la presencia del escritor en Ciudad Guzmán y la
apasionada respuesta de los estudiantes de Letras Hispánicas es una homenaje
que le debíamos a este poeta heterodoxo.
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