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José Luis Vivar
Quien se atreva a decir que todo se ha mostrado
en el Thriller, está equivocado. Si algo mantiene al espectador pegado a la
pantalla no es el asunto de la película, ni la alta dosis de hemoglobina;
vamos, ni siquiera el misterio por saber quién o quiénes son los asesinos. Lo
que hace novedoso e interesante este género es el cómo se cuenta. Y esto es algo que el director catalán Oriol Paulo
sabe hacer muy bien, porque para que la historia funcione ha de ser una suerte
de maquinaria cuyas piezas grandes y pequeñas debe ensamblar de forma precisa, de
manera discreta y sin alterar los principios de la lógica.

Teniendo solo 180 minutos como plazo para que
el acusado cuente toda la verdad sobre lo que sucedió, nos introducimos en un
viaje en espiral a través de flashbacks que inicia con algo tan simple como la
discusión que sostiene la pareja de amantes en la carretera, y que también algo
tan simple como un ciervo se cruza en su camino y provoca una tragedia: la
muerte de otro automovilista, un joven llamado Daniel Garrido (Iñigo Castesi)

Bajo otras circunstancias lo que sucedería a
continuación es el escape de la pareja o una llamada a las autoridades
policiales para informar de los sucedido. Solo que esto jamos ocurre. La
perversidad de ambos les hace cómplices de un crimen: deshacerse del cadáver y
del auto. Aunque antes se adueñan de su documentación y de su teléfono celular.
Después, mientras Adrián hace el trabajo sucio,
un afable conductor (José Coronado) se ofrece ayudar a la muchacha, porque es
mecánico. Ella a regañadientes acepta, y se deja conducir hasta la casa del
señor quien le presenta a su esposa. El nerviosismo de Laura no es gratuito; se
siente incómoda en ese lugar, a pesar de la amabilidad de sus moradores. Y
tiene sus razones: la pareja tiene un hijo, y ese hijo es Daniel, cuyo teléfono
celular comienza a sonar. Asustada, Laura lo esconde en un sofá bajo unos
cojines. El teléfono vuelve a repiquetear y los padres se muestran más que
sorprendidos.
Apenas ve que la camioneta funciona, Laura
escapa.
Regresamos al punto de inicio. Algo no convence
a la Goodman. Hay cosas que no encajan. Y a pesar de todo, Adrián debe hablar
con la verdad. Una verdad que no es tan fácil que salga de sus labios, pero que
por la presión del tiempo deberá hacerlo.

Pero no es así. El desenlace es de antología.
Nadie sabe cómo es que de pronto aquello que creíamos se desvanece para dar
paso a lo que ni siquiera suponíamos. Más que hallar un culpable por la muerte
de Laura y de Daniel, lo que tenemos es un ejemplo de maestría en el arte del
Thriller.
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