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José
Luis Vivar
Las
historias cinematográficas de la carrera espacial de los Estados Unidos, están
siempre llenas de actos de heroísmo, de sacrificios, pero también de fracasos y
pérdidas. Sin importar los costos, todo era válido con tal de que antes de
finalizar la década de los sesenta del siglo pasado, un estadounidense en la
persona de Neil Amstrong se convirtiera en el primer hombre en llegar y pisar
la superficie lunar.
Aunque
antes para alcanzar la gloria, tuvieron que librar una verdadera guerra
tecnológica con la ex URSS. Las batallas silenciosas entre ambos países fueron
incesantes. Cada uno se esforzaba por lograr un nuevo triunfo que era
atestiguado por el mundo entero. No obstante, los tres primeros éxitos corrieron
a favor de los rusos con la puesta en el espacio del satélite Sputnik; luego con
el envío de una perra (Laika), y posteriormente un hombre (Yuri Gagarin)
Esos
golpes cimbraron el orgullo de los norteamericanos que desesperados buscaron
por todos los medios superar a sus rivales. Entendieron que solo trabajando a
marchas forzadas era como podrían sobresalir. Difícil tarea en la que estaban
inmiscuidos hombres y mujeres de todas las edades y colores.
Pero
para quien haya sido testigo o leído acerca de los programas de la NASA, sabrá
que históricamente a la mencionada agencia espacial siempre se le ha mostrada
como un organismo científico cuyos integrantes representan la inteligencia y el
humanismo en todo su esplendor. Por desgracia no siempre ha sido, al menos en
sus inicios.
Precisamente,
de esa historia detrás de la historia oficial trata la película Talentos
Ocultos (Hidden Figures, Theodore Melfi, 2016), que se ubica en el inicio de
los sesentas, en las instalaciones de la mencionada agencia espacial, cuando
Kennedy gobernaba, en apariencia todo era prosperidad en el país, aunque la
segregación racial se extendía por todo el territorio.
Tres
mujeres: Katherin Johnson (Taraji P. Henson), Dorothy Vaughn (Octavia Spencer)
y Mary Jackson (Janelle Monáe) llegan a trabajar a la NASA con muchas
ilusiones, pero desde el primer día se encuentra que dicho lugar es igual de
racista que el pueblo donde viven.
Las
penurias por las que pasan desde el primer día son absurdas, ridículas, pero
que la sociedad blanca estadounidense de esa época cumplía al pie de la letra,
como si eso los hiciera mejores ciudadanos.
Primer
caso: Katherine, una extraordinaria especialista en Matemáticas y Cálculo, le
toca trabajar con quien es el jefe de dicho departamento, Al Harrison (Kevin
Costner), y al mismo tiempo se halla rodeada de puros hombres blancos que si no
la discriminan, tampoco conversan con ella o le brindan su amistad. Eso sí, le
impiden beber café de la misma cafetera, y cuando a ella siente una necesidad fisiológica,
le hacen ver que los sanitarios que existen en ese edificio no son para gente
de color –un eufemismo que se manejó por décadas-, sino que tiene salir y
buscar un sanitario para gente de su raza. El único inconveniente es que éste se
encuentra ¡a cuarenta minutos de distancia! Esto, en vez de hacerla sentir mal,
fortalece a Katherine quien luchará por ganarse un lugar en el proyecto que
busca llevar al astronauta John Glenn al espacio.
Segundo
caso. A falta de computadoras, Dorothy y sus compañeras, todas de piel oscura,
trabajan realizando operaciones matemáticas, bajo la supervisión de una
enérgica Vivian Michel (Kristen Dunst), quien trata de limitar las aspiraciones
laborales de Dorothy, ya que en todo momento le hace ver que su presencia y las
de sus compañeras es transitoria, y que por ello corren el riesgo de ser despedidas
en cualquier momento. Pese a todo, buscará salir airosa cuando a las
instalaciones llega ese monstruo de computadora IBM.
Tercer
caso: Mary no se conforma con ser una más en ese departamento de Cálculo.
Quiere ser ingeniero en Física, pero aparte de que las universidades no aceptan
afroamericanos, existe un mayor impedimento: las leyes vigentes por la
segregación no le permiten ingresar. Esto significa un reto a Mary que buscará
la forma de ser admitida en una universidad y cumplir su máximo anhelo.
Lejos
de ser una cinta sentimentaloide, Talentos Ocultos es un drama con dosis de
humor para aligerar las penurias a las que se enfrentan en conjunto y por
separado estas tres inolvidables mujeres cuyas vidas reales son llevadas a la
pantalla.
Con un
premio a cuestas –Premio Satélite al Mejor Reparto-, y con varias nominaciones,
entre ellas a la Mejor Película en los Premios Óscar de este año, Talentos
Ocultos tiene brillo propio, es un drama bastante equilibrado, aderezado con
buenas dosis de buen humor, y destaca la dignidad de una raza vapuleada por un
gobierno y un sector de la sociedad conservador e hipócrita.
Si por
lo menos obtiene una de las codiciadas estatuilas, es casi seguro que el
Presidente Donald Trump -sí ese energúmeno que amenaza con construir un muro en
la frontera con nuestro país-, tome el control remoto, apegue su descomunal
pantalla y empiece a tuitear que esa película está sobrevalorada y nadie debe
verla, de manera especial, los miembros del KKK y sus simpatizantes.
SINOPSIS
Dirección: Theodore Melfi
Con
Taraji P Henson, Octavia Spencer, Kevin Costner, Kirsten Dunst.
Fox
Talentos
ocultos narra la historia de tres mujeres científicas afroamericanas que
trabajaron en la NASA a comienzos de los años sesenta, en plena carrera
espacial y también en mitad de la lucha por los derechos civiles de la gente de
color, en el ambicioso proyecto de poner en órbita al astronauta John Glenn.
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