Víctor Hugo Prado
En las
últimas semanas he tenido la fortuna de leer en Milenio dos esplendidos
artículos de Rosario Marín, ¿Quién es Rosario Marín? Señala la revista Forbes
que ella fue el 41 tesorero de Estados Unidos, y como tal se convirtió en el
primer funcionario de origen mexicano en ocupar ese cargo en la administración
del presidente Bush. Con ello había vencido los obstáculos que enfrentó como
inmigrante y aseguró su lugar en la historia de ese país.
“Rosario
tuvo que trabajar al mismo tiempo que estudiaba. Acudió a la universidad por
las noches, mientras que durante el día realizaba diversas labores que iban
desde ser recepcionista hasta trabajadora en la manufactura. Con su título
universitario bajo el brazo, consiguió trabajo en la banca. Sin embargo, en
1985, el nacimiento de su hijo Erick, con síndrome de Down, dio un vuelco a su
vida. Se convirtió entonces en una fiera defensora de las familias que tienen
hijos con este padecimiento. En 1987, Rosario creó el grupo Fuerza para dar
apoyo a las familias hispanas con niños que padecen alguna discapacidad”.
Por
cierto el primer artículo que leí es una argumentación fina y excelsa con la
que justificación la ignorancia del comentarista deportivo José Ramón Fernández
quien señaló que el árbitro central de la final del futbol mexicano “fue un
desastre, un invento, tiene Síndrome de Down”, dicho como sinónimo de estúpido,
malhecho o desmedro humano. Lo puso en su lugar. Le dijo con una insuperable
diplomacia que “un ser humano con Síndrome de Down es ante todo digno y
respetable. Sus facultades son disímiles porque tiene una alteración genética,
un cromosoma extra en el par 21, lo cual conlleva limitaciones que se
manifiestan en grados de retraso mental y problemas físicos, cardíacos,
visuales, auditivos, musculares y otros. Le pidió rectificar y más allá
encabezar una “campaña para combatir la ignorancia, impulsar el bienestar y
recaudar fondos para gestionar la atención de este tipos de personas
maravillosas”.
El
segundo artículo es una defensa de su mexicanidad, en el que narra la posición
de respeto y de fortalecimiento de vínculos entre EU y México promovidos por
George W. Bush, de la admiración que ese presidente tuvo hacia México: la
capacidad de su fuerza de trabajo, la belleza polícroma de sus tradiciones y
regiones y los sólidos principios de su gente.
Para
Rosario Marín las 10 medidas para guiar la relación con EU impulsadas por el
gobierno son pertinentes, entre ellas: defender a nuestros connacionales en
calidad de migrantes, repudiar la construcción del muro y no reunirse con Trump
en tanto que no nos respete, son medidas correctas.
Las
corrientes de solidaridad hacia nuestro país se dejan ver en la Unión Americana
y muchas partes del mundo. La repulsión de Trump a lo latino, su odio a México,
podrá permanecer en su posición personal pero no perdurará como una política de
Estado, no nos queda más que mantener la posición digna de rechazo a quien
pretenda mancillar nuestra nación.
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