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jueves, 16 de febrero de 2017

Los murmullos de Real de Catorce



Alejandro Merino


El paisaje agreste y las montañas interminables es el paisaje eterno en estos sitios; barrancas que se pierden en el firmamento y un frío intenso que cala todos los huesos del ser humano.


El verdadero paisaje y la conexión con el desierto comienza en la plaza principal del pueblo; a bordo de un viejo vehículo de los años 60´s conocido por todos como los “willys” vehículos todo terreno, son los únicos capaces de internarse en los senderos por las montañas y soportar lo agreste del terreno. Desde el techo de estos transportes se aprecia todo el firmamento y las barrancas que lo rodean.  Pareciera que estuvieras en pleno safari en el continente africano, cuando en verdad conoces una zona de México poco habitada; con sus calles angostas y su silencio que en muchas ocasiones te causa cierto suspenso.

La vida minero agonizó por mucho tiempo hasta morir finalmente en el olvido. Por muchos años, Real de Catorce fue solamente un rincón olvidado, donde sus habitantes morían en la vejez, la enfermedad y el olvido total. 

Aquí no llegaron las cadenas de tiendas de autoservicio ni las tiendas de soda y café abiertas las 24 horas; mucho menos las pizzas a domicilio. Aquí todo es distinto, aquí aún pueden escucharse las voces antiguas, los murmullos escondidos entre las paredes; no en vano, las calles de Real de Catorce sirvieron como escenario para la segunda versión cinematográfica de Pedro Paramo, de nuestro paisano Juan Rulfo; protagonizada por Manuel Ojeda y filmada en 1976. Real de Catorce es un sitio único, donde diversas películas han sido filmadas y protagonizadas por las estrellas del celuloide, como congelando la verdadera magia de estas calles solitarias.


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