Samuel Gómez Patiño
Cuando tengas oportunidad de
sentarte a platicar con un niño vas a recordar los sueños que tenías tú en la
niñez y, quizás vas a poder evaluar lo que haces ahora de adulto. Quiero
comentarte que al escuchar a un niño (a) comentar lo que quiere ser cuando crezca;
“quiero ser maestro para enseñarle a los niños”, me parece hermoso.
A veces pienso que les falta a
algunos maestros recordar porque se prepararon para la enseñanza, y la
importancia de hacer bien su trabajo. Recordar su ideal de cuando eran niños.
Bueno, quiero comentarles una
historia con uno de los maestros de Samuel mi hijo, Jorge. Me parece que tuvo
una influencia importante en mis dos hijos, ya que los recibió en primer año y
siguió en segundo con cada uno de ellos. Recuerdo que era un maestro muy joven,
quizás iniciando sus primeros grupos. Samuel siempre fue muy inquieto, nunca le
gusto que le llamaran la atención y por esa razón siempre cumplía con sus
tareas y trabajos escolares. Un día el maestro nos comentó que escribió la
tarea en el pizarrón para que los niños lo escribieran en su cuaderno antes de
salir de la escuela y, Samuel la termino antes de retirarse lo cual lo llevaba
a distraerse ya que se adelantaba a los demás, entonces se le ocurrió poner a
mi hijo a revisar las tareas de los demás para que las escribieran bien y de
esa manera le encontró una ocupación para que el niño no se aburriera e
interrumpiera el trabajo de los demás. Me pareció ingenioso del maestro, al
buscar una solución que le ayudo a todos.
En otra ocasión, llegue con mis
hijos a la escuela y ya que estaban en el turno vespertino los dejaba a la 1:00
y regresaba a las 5:00 de la tarde. Me regresaba al trabajo, a mis clases en la
universidad, pero ese día en particular estaba lloviendo mucho, algo extraño en
Tijuana, ya que estamos en una zona más desértica a pesar de estar en la costa;
los dejes confiados en que estarían resguardados del clima y mi sorpresa al
regresar es que el director ordeno cerrar la escuela y que los niños se
retirarán a sus casas, todo esto sin previo aviso a los papás. El problema es
que mis hijos al igual que otros niños no podían retirarse a la casa ya que
quedaba lejos, por lo que tuvieron que quedarse fuera del salón mojándose hasta
que regrese por ellos. Se me hizo muy irresponsable del director tomar la
decisión de cerrar la escuela sin avisar a los padres para que no dejáramos a
nuestros hijos, y en cambio el y los maestros se fueron y dejaron la escuela
sola con los alumnos mojándose con la lluvia. Al día siguiente hablé con el
maestro Jorge y le comenté que no me había parecido tal acción.
Para mi mala suerte, ese mismo día
cuando ya estaba en mi trabajo se soltó otra tormenta por lo que regrese a
recoger a mis hijos y recorrer los 20 kilómetros aproximadamente de distancia
lo más rápido posible, pensando que mis hijos otra vez estaban bajo la lluvia
fuera de la escuela. Cual sería mi sorpresa cuando llegue y vi que sólo había
un salón con luz y todos los niños de cualquier grado estaban dentro con el
maestro Jorge, haciendo sus tareas y esperando que los padres los recogieran.
Me explico que le dijo al director sobre la queja del día anterior y que le
pidió permiso para quedarse hasta que llegaran por cada uno de ellos. Mis hijos
todavía recuerdan con cariño a su maestro de primero y segundo de primaria. Nos
demostró el gusto que tiene por su profesión.
En cambio, cuando Samuel cursaba el
sexto de primaria mi señora recibió una notificación de mal comportamiento y
tuvo que asistir con la directora de la escuela ya que querían suspender a mi
hijo por tirar al suelo a una compañera. Mi esposa, en la reunión con la
autoridad de la escuela y la madre de la afectada, les comento que la niña ya
tenía dos años molestando a Samuel, pero como le habíamos enseñado, él acudía
con la autoridad (en este caso con su maestra) y denunciaba el problema, pero
la profesora lo ignoraba y trataba el asunto como un problema entre niños y al
dejar que la niña siguiera molestando a mi hijo, este reacciono un día y
enfadado la aventó, de tal manera que la niña cayó al suelo (afortunadamente no
le paso nada), y por eso lo querían castigar. Al final le llamaron la atención
a la maestra y a la madre de la niña. ¿Cuántas historias no has escuchado de
maestros que no entienden la importancia de su trabajo? Espero que sean pocas.
La próxima semana los maestros que dieron
rumbo a mi vida.
Me gustaría leer tú opinión, puedes
escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño
*Vicepresidente Educativo del Club
Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja
California
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