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miércoles, 18 de enero de 2017

No soy amigo de mis hijos



Samuel Gómez Patiño


Un amigo de la familia manejaba su auto por la ciudad con toda tranquilidad y al llegar a un semáforo que tenía la luz roja se detuvo. Un policía de tránsito, de los que andan en motocicleta lo hizo a un costado de él; su hija, entonces de unos 5 años viajaba en el asiento trasero y se asomaba por la ventana y al mirarla el policía, gesticulo de tal manera que trataba de hacer sonreír a la niña.




¡Perro!, fue la respuesta de la niña.
El policía indignado le solicito a mi amigo que se orillará y se bajara del auto. Nuestro amigo se puso de todos colores imaginándose el peor de los castigos.

La niña no me grito perro por su propia ocurrencia, de seguro escucha en su casa como se expresan de nosotros y lo repitió. Debe tener cuidado como educa a sus hijos, le espetó el guardián del orden.

Esta historia es una muestra de nuestra sociedad, hemos dejado de respetar a la autoridad (algunos bien se lo han ganado), a nuestras instituciones, nuestros jefes, maestros y hasta a nuestros padres y en algunos casos hasta a nosotros mismos. El reflejo de muchos años de cambios en la forma que educamos a nuestros hijos.

Es muy cierto que nadie nos enseña a ser padres, no hay un libro o escuela que realmente lo haga, los únicos que lo pueden hacer son nuestros hijos, así es ¡nuestros hijos!

La educación debería valorarse en tres niveles: los padres, los maestros y la sociedad.

Hoy los padres le tienen miedo a sus hijos, en algunas sociedades las leyes sobreprotegen al infante (algunas veces necesario de padres con problemas mentales) y hasta se han dado casos de jueces que les dan el divorcio de sus padres porque estos no cumplen la expectativa del menor, me pregunto cuál puede ser.
La educación inicial y quizás la más importante viene de casa, principalmente de los padres; educación y aprender a utilizar adecuadamente los conocimientos en la escuela a través de sus profesores, desde la primaria hasta el profesional, y practicarlos le corresponde a la sociedad a través de sus empresas, así como respetar sus valores y fomentar la igualdad, el desarrollo, la tolerancia pero sobretodo, junto con los gobiernos, la armonía de los ciudadanos para conservar la paz social.

El problema es multifactorial, desde los adolescentes que después de un desliz recibieron la llegada de los hijos, a veces hasta con matrimonios forzados que al tiempo fracasan; los jóvenes que no planifican su vida, menos cuando se convierten en padres sin tener la experiencia necesaria o personas de edad avanzada sin las fuerzas necesarias para cuidarlos o personas con problemas económicos que hasta parece que su pasatiempo es traer hijos al mundo. Ser padre es una responsabilidad por lo tanto debería planearse antes de concebir, para poder darle una mejor oportunidad en su vida con educación, cariño, atención, etc.

Ahora bien, llegan los hijos y en mi opinión por desconocimiento al educar a nuestros descendientes y en el afán de que ellos no sufran las carencias que pensamos que tuvimos hacemos hasta lo imposible por evitarles el sufrimiento, sin meditar adecuadamente sobre este aspecto. Por ejemplo, mis padres no me llevaban a la escuela en carro, entonces le compro uno, ni siquiera trabaja para ganárselo. Trabaje y estudie, no lo dejo trabajar, que se dedique solo a la escuela para que no batalle. Me parece ridículo que le compremos a nuestros hijos (sobre todo en la primaria) un celular que en muchos de los casos hasta es más inteligente que el mío, cuando no es necesario y solo le enseña a ser irrespetuoso con su uso dentro de las aulas. Sin realizar el esfuerzo por obtener algo, solo logra que no valoremos las cosas.

Es loable el trabajo de los padres por darle todo a sus hijos, pero como se dice por ahí, “ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”, por lo que debemos planificar mejor la educación de nuestros hijos, donde son responsables no sólo los padres, sino hasta los abuelos, tíos y personas mayores que lo acompañan en su crecimiento.

La televisión, el internet o los medios externos al niño no deben ser los formadores de ellos; son nuestra responsabilidad y por tanto ellos serán nuestro reflejo ante la sociedad. Por lo pronto, mientras mis hijos crecían, trate de ser, su héroe cuando eran pequeños y después el padre que los podía proteger y guiar en su vida a través del buen ejemplo, cuidando no sólo mi imagen personal y el lenguaje, sino siendo congruente entre mis palabras y mis quehaceres. Pero puede decirles que trate de que no olviden de que en primer lugar soy su padre, no soy su amigo, sigo siendo la autoridad mientras viven conmigo y bajo las reglas de la casa.

Los buenos ciudadanos se hacen literalmente en casa, no solo se conciben. Seguimos con este tema en la siguiente columna.

Me gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño

*Vicepresidente Educativo del Club Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja California


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