José Luis Vivar
¿Puede alguien imaginar que de un día para otro
se dijese que los acontecimientos del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco no son
verídicos? O que la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York producidas
por dos aviones, el 11 de septiembre del 2001, ¿nunca existió? Negar lo que
cuenta la Historia es tan peligroso como olvidar lo que ocurrió. Aunque es
cierto también que siempre queda la versión de los vencedores, y poco se
atiende a las voces de los vencidos. De cualquier forma todo aquello que fue –bueno
o malo-, queda registrado para a formar parte de la vida de la humanidad.
Negar el Holocausto Judío o la Shoah, es negar que hubo una Segunda
Guerra Mundial; es menospreciar a los seis millones de personas que fueron
asesinadas por el régimen nazi, es no aceptar la decadencia humana. Los
testimonios de quienes lograron sobrevivir a esos horrores están registrados, y
al mismo tiempo, clasificados en diversos formatos de archivos, y un sinnúmero
pueden ser consultados tanto para los estudiosos como para todo aquel que
quiere conocer más a fondo sobre ese crimen sistemático durante la contienda
bélica en Europa entre 1939 y 1945.
Negación (Denial,
Mick Jackson) cuenta la historia real que comenzó en 1993, entre un furibundo
historiador británico llamado David Irwing (Timothy Spall) que inicia una
cruzada en contra de la escritora norteamericana Deborah Lipstadt (Rachel
Weisz), por criticar su trabajo de investigación de muchos años donde sostiene
que el Holocausto jamás sucedió. Para él, los hornos en Auschwitz nunca
existieron, todo es un mito; además de resaltar en todo momento la figura de
Adolfo Hitler. Las acusaciones entre uno suben de tono hasta que el inglés
decide demandar a la estadounidense en el Tribunal Supremo de Inglaterra.
Hasta aquí la película parece ser una más de
las muchas que se desarrollan en los juzgados gringos, y donde en el último
minuto todo se resuelve a favor de quien se ganó las simpatías del público.
Pero no, no es así. Por principio de cuentas el juicio se realiza en Gran Bretaña,
y oh sorpresa, los procesos no son como estamos acostumbrados a ver, como por
ejemplo allá no existe la presunción de inocencia, algo que es básico en todo
juicio legal.
Es entonces cuando Deborah Lipstadt debe buscar
un buen abogado, y su sorpresa es mayor cuando descubre que es un equipo el que
va a defenderla en el juicio. Para empezar, está Anthony Julius (Andrew Scott),
un flemático, aséptico e indiferente sujeto que representó a la desaparecida y
tristemente célebre Lady Diana; la anodina, pero eficiente Laura Tyler (Caren
Pistorius); y Richard Rampton (interpretado por un magnífico Tom Wilkinson) un alcohólico,
pero también eficiente abogado.
Por razones de tiempo en la película –el juicio
comenzó en 1996 y finalizó en el 2000-, se omiten muchos detalles que
sucedieron antes del juicio. Detalles que establecieron la base sólida que la
defensa de Deborah estableció. Aunque se agradece que hayan puesto la visita
que Rampton hace al campo de concentración en Aushwits. La neblina en ese
sórdido lugar donde tantos judíos fueron tratados peor que esclavos y luego
asesinados en forma sistemática revela la intención de Jackson por restregarnos
en la cara que aquello sucedió realmente, que no es ningún mito, ni tampoco el
Estado de Israel ha buscado sólo la indemnización económica.
Negación no es una película comercial, con un
planteamiento simple y de resolución fácil, como muchas que aparecen y se
olvidan. No. Se trata de una historia bien tratada donde el duelo actoral entre
Spall y Wilkinson es intenso por los argumentos que uno y otro esgrimen. El
negativismo de un horrible acontecimiento se enfrenta a evidencias reales que
se vuelven tangibles.
Ambos actores se llevan las palmas, para
desgracia de Weits que a ratos solo es una espectadora más, lo cual merma el
ritmo de su bien lograda actuación. Y algo por demás curioso: la similitud
entre David Irwing y Donald Trump es asombrosa: cínico, prepotente, racista,
misógino, aunque muy culto, razón por la cual llama la atención que trivialice
desde siempre el Holocausto. En fin, toda la basura de persona que caracteriza
al nuevo presidente de los Estados Unidos se encuentra en este personaje real,
con la única diferencia de que Irwing es un académico, autor de varios libros
como La Guerra de Hitler, Nuremberg, La Guerra entre Generales, entre otros. Y
Trump, bueno, Trump es solo un hombre de negocios.
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