jueves, 12 de enero de 2017

Negación






José Luis Vivar



¿Puede alguien imaginar que de un día para otro se dijese que los acontecimientos del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco no son verídicos? O que la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York producidas por dos aviones, el 11 de septiembre del 2001, ¿nunca existió? Negar lo que cuenta la Historia es tan peligroso como olvidar lo que ocurrió. Aunque es cierto también que siempre queda la versión de los vencedores, y poco se atiende a las voces de los vencidos. De cualquier forma todo aquello que fue –bueno o malo-, queda registrado para a formar parte de la vida de la humanidad.

Negar el Holocausto Judío o la Shoah, es negar que hubo una Segunda Guerra Mundial; es menospreciar a los seis millones de personas que fueron asesinadas por el régimen nazi, es no aceptar la decadencia humana. Los testimonios de quienes lograron sobrevivir a esos horrores están registrados, y al mismo tiempo, clasificados en diversos formatos de archivos, y un sinnúmero pueden ser consultados tanto para los estudiosos como para todo aquel que quiere conocer más a fondo sobre ese crimen sistemático durante la contienda bélica en Europa entre 1939 y 1945.

Negación (Denial, Mick Jackson) cuenta la historia real que comenzó en 1993, entre un furibundo historiador británico llamado David Irwing (Timothy Spall) que inicia una cruzada en contra de la escritora norteamericana Deborah Lipstadt (Rachel Weisz), por criticar su trabajo de investigación de muchos años donde sostiene que el Holocausto jamás sucedió. Para él, los hornos en Auschwitz nunca existieron, todo es un mito; además de resaltar en todo momento la figura de Adolfo Hitler. Las acusaciones entre uno suben de tono hasta que el inglés decide demandar a la estadounidense en el Tribunal Supremo de Inglaterra.

Hasta aquí la película parece ser una más de las muchas que se desarrollan en los juzgados gringos, y donde en el último minuto todo se resuelve a favor de quien se ganó las simpatías del público. Pero no, no es así. Por principio de cuentas el juicio se realiza en Gran Bretaña, y oh sorpresa, los procesos no son como estamos acostumbrados a ver, como por ejemplo allá no existe la presunción de inocencia, algo que es básico en todo juicio legal.

Es entonces cuando Deborah Lipstadt debe buscar un buen abogado, y su sorpresa es mayor cuando descubre que es un equipo el que va a defenderla en el juicio. Para empezar, está Anthony Julius (Andrew Scott), un flemático, aséptico e indiferente sujeto que representó a la desaparecida y tristemente célebre Lady Diana; la anodina, pero eficiente Laura Tyler (Caren Pistorius); y Richard Rampton (interpretado por un magnífico Tom Wilkinson) un alcohólico, pero también eficiente abogado.

Por razones de tiempo en la película –el juicio comenzó en 1996 y finalizó en el 2000-, se omiten muchos detalles que sucedieron antes del juicio. Detalles que establecieron la base sólida que la defensa de Deborah estableció. Aunque se agradece que hayan puesto la visita que Rampton hace al campo de concentración en Aushwits. La neblina en ese sórdido lugar donde tantos judíos fueron tratados peor que esclavos y luego asesinados en forma sistemática revela la intención de Jackson por restregarnos en la cara que aquello sucedió realmente, que no es ningún mito, ni tampoco el Estado de Israel ha buscado sólo la indemnización económica.

Negación no es una película comercial, con un planteamiento simple y de resolución fácil, como muchas que aparecen y se olvidan. No. Se trata de una historia bien tratada donde el duelo actoral entre Spall y Wilkinson es intenso por los argumentos que uno y otro esgrimen. El negativismo de un horrible acontecimiento se enfrenta a evidencias reales que se vuelven tangibles. 

Ambos actores se llevan las palmas, para desgracia de Weits que a ratos solo es una espectadora más, lo cual merma el ritmo de su bien lograda actuación. Y algo por demás curioso: la similitud entre David Irwing y Donald Trump es asombrosa: cínico, prepotente, racista, misógino, aunque muy culto, razón por la cual llama la atención que trivialice desde siempre el Holocausto. En fin, toda la basura de persona que caracteriza al nuevo presidente de los Estados Unidos se encuentra en este personaje real, con la única diferencia de que Irwing es un académico, autor de varios libros como La Guerra de Hitler, Nuremberg, La Guerra entre Generales, entre otros. Y Trump, bueno, Trump es solo un hombre de negocios.

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