Lilián Solórzano
No importa la época o el lugar en que
se dé, cualquier crisis conllevará ganadores y perdedores.
El problema de los factores que
se están acumulando este 2017 es el desequilibrio propiciado por las crisis
económica y política que atraviesa México, las cuales están dejando muchos más
perdedores, afirma Ignacio Román, doctor en Estructuras Productivas y académico
del ITESO.
Es tal la incertidumbre en
relación con varios ingredientes clave para la economía mexicana (el peso,
Pemex, la volatilidad de las tasas de interés, el endeudamiento de millones de
ciudadanos, las amenazas de Donald Trump, el aumento del precio de las materias
primas importadas y el crecimiento de la desigualdad) que Román vislumbra la
posibilidad de que estos tiempos sean, a largo plazo, un verdadero parteaguas a
escala mundial.
“Estamos ante la gran
oportunidad de mostrar el fracaso de las políticas de liberalización de los
últimos 35 años y de poder, auténticamente, implementar una lógica de
pensamiento distinto”. Y es que, para él, Trump no es el problema, sino un
síntoma.
“Los resultados que estamos
viendo no son producto del aumento a la gasolina, no son producto de que Trump
haya ganado, no son producto de ninguna circunstancia coyuntural inmediata.
Tenemos un problema de estructura que lleva muchísimo tiempo. Es una
oportunidad de cuestionarlo y enfrentarlo para construir realmente algo
diferente”.
Esto en lo que se refiera al
largo plazo. Sin embargo, el análisis a corto y mediano plazo sí le permite
revisar cómo algunos sectores productivos sobrellevarán mejor que otros el
actual temporal.
“Un primer beneficiario es el
productor de bienes nacionales con bajos componentes de importación y que le
venda al mercado interno: empresarios pequeños y que no estén seriamente
endeudados con los bancos, artesanos, agricultores, productores de alimentos,
muebles o textiles”, explica Román.
Otros beneficiarios directos,
siempre y cuando no haya deportaciones masivas, son los millones de familiares
de mexicanos que envían dinero desde Estados Unidos.
“Estamos en un momento récord
en la historia de México de envío de remesas [entre enero y septiembre de 2016
se rebasaron los 20 mil millones dólares, el mayor flujo desde 1995], así que
puede haber una dinamización de inversión en las comunidades receptoras”,
señaló.
¿Compro dólares?
¿Qué recomienda un economista
en este sentido? ¿Es esta una medida que beneficie a la economía nacional o
únicamente a quien adquiere los billetes verdes?
“Normalmente no sugiero compra
de dólares, no porque no convenga a nivel individual, sino porque entre más
sugiramos comprar divisas, más estamos propiciando niveles mayores de
devaluación”, expone Román.
“Cuando históricamente los
gobernantes en México han dicho que el peso no se va a devaluar más y que
tenemos fortaleza, lo peor que pueden hacer es decir que las cosas están
tronando, aunque así sea, porque es el aviso para que todos digan ‘vámonos’”.
Y para muestra, recordó el “Error de
diciembre”.
“Jaime Serra Puche [entonces
secretario de Hacienda y Crédito Público] cambió la banda de flotación del peso
mexicano de 3.50 a 4 pesos, fue como decir: ‘Adiós, fuga, ya no hay dinero’, y
a los tres días el dólar estaba arriba de los siete pesos”.
En este mismo sentido, Román
cuestionó el comportamiento de Agustín Carstens en sus últimos días como
gobernador del Banco de México, al que renunció el 1 de diciembre, justo
después de la victoria de Trump.
“Lo que hizo Carstens fue
irresponsable y propició una devaluación mayor. Prefiero al Carstens que decía
‘la crisis de 2008 va a ser un catarrito’ al que dice ‘con Trump esto va a ser
un terremoto, un huracán y un tsunami’. Al decir eso dio el
banderazo de salida para que se fuera todo el dinero”.
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