Con las
posadas nos anticipamos y celebramos el nacimiento de Jesús. Él quiere ser
parte de nuestra vida y quiere hacerse presente viniendo a este mundo a
mostrarnos como debemos vivir en medio de la fraternidad y el servicio y que no
puede crecer en nosotros en medio del egoísmo y las divisiones, hemos escuchado
como una promesa hecha a nuestros antepasados se cumple en medio de un anuncio,
ahora reflexionemos como esa promesa cumplida a partir del nacimiento de del
mesías esperado. Para algunos la navidad es la fiesta más alegre del año,
porque en la navidad celebramos que Dios está con nosotros, esta como uno más,
en medio de su pueblo.
Es el
mismo Dios que ha estado con nosotros: acompañándonos en lo que cada familia ha
vivido este 2016, alegrías y tristezas, dificultades y esperanzas, es el Dios
que, nos trae la buena nueva de la salvación. Desde muchos siglos atrás, desde
el fondo de los tiempos, la llamada de una esperanza ha guiado el camino de la
humanidad. Una llama encendida en el corazón de los hombres y mujeres de
Israel, que había conocido al Dios libertador y había creído en él al pasar por
el mar rojo, habían sabido descubrir también que hay un amor más fuerte que
todo el mal y el dolor que causa el pecado, un amor capaz de renovarlo todo y llenarlo
de vida. Por esa razón nosotros hoy, preparándonos para celebrar con toda la
alegría el nacimiento del Dios hecho hombre, nos unimos a María, la jovencita
de Nazaret y alabamos la fuerza y la gracia del Dios que reina en medio de
nosotros, las palabras de María son ahora nuestras palabras, todos los grandes
anhelos tienen ahora una nueva fuerza, ahora son los anhelos de Dios, porque
Dios mira la debilidad y muestra su misericordia, Dios dispersa a los
soberbios, que los encierra su egoísmo y quieren que solo se cumpla su voluntad
y no la Dios, Dios colma de bienes a los pobres.
El Evangelio
nos dice que, de acuerdo con la tradición, estas fiestas -dedicadas a
conmemorar el peregrinar de José y María por los rumbos de Belén-, se comenzó a
celebrar en México desde tiempos de la Colonia.
Según
los relatos tradicionales, el patriarca José, acompañado de su esposa María,
caminó desde la ciudad de Nazaret a Belén para cumplir con sus obligaciones
fiscales. Nueve días les tomó arribar a su destino. Al llegar, la Virgen estaba
a punto de dar a luz a su hijo Jesús. Al ser rechazados en el mesón y en no
pocos hogares, tuvieron que refugiarse en un establo que personas bondadosas
les habían ofrecido, por esa razón Jesús el hijo de Dios nos da una gran
lección de humildad ya que fue envuelto en pobres pañales y recostado en un
pesebre donde comían los animales, y los primeros en adorarlo y reconocer su
grandeza fueron unos rendidos pastores. Este pasaje (conocido ahora como las posadas)
se conmemora en varios países del mundo católico durante los nueve días
anteriores a la Noche buena.
En
México, existe constancia de que en 1587 el religioso agustino fray Diego de
San Soria, prior del convento de San Agustín Acolman, en el actual Estado de
México, solicitó (y obtuvo) una bula del entonces Papa Sixto V para celebrar
anualmente, en esa sede y otras del Virreinato, misas de aguinaldo que
recordaran aquel suceso desde el día 16 y hasta el 24 de diciembre.
En un
principio, esta fiesta se desarrolló en los atrios de los conjuntos religiosos
y después se extendió hacia la vía pública. "Las calles se llenaban
entonces de mucha gente que con gran bullicio se formaba en procesiones. Había
profusión de luces, tanto desde las ventanas de las casas como con las velas
que llevaban cada uno de los participantes. Todos cantaban y bailaban, pero en
el momento preciso se arrodillaban y rezaban". De esa manera, lo religioso
y lo profano se fusionaron en una original mezcla de devoción y diversión que
hizo (desde aquel tiempo) de las posadas mexicanas algo muy bello y único en el
mundo.
Para el
siglo XIX las posadas se encontraban ya firmemente instaladas en el interior de
las casas, pero las concentraciones en las calles y en las iglesias no
acabaron. Existen reseñas de aquellos años que describen varios tipos de
posadas llevadas a cabo por diferentes grupos sociales como los de la alta
aristocracia, quienes celebraban con suntuosidad y sin escatimar en decoración,
belleza y variedades de figuras para el nacimiento y fuegos artificiales. Se
dice que en aquellos jolgorios había niños vestidos de ángeles que llevaban
túnicas de tela metálica con hilos de plata o de oro, penachos de plumas
blancas, zapatos de satín blanco, bordados en oro y una profusión de finos
diamantes y perlas en cintas para la cabeza, broches y collares.
Por su
parte, en las casas de la clase media se solía festejar durante nueve veladas.
Los hogares eran adornados con heno, ramas de pino, farolas de papel o vidrio,
y se celebraba la posada de manera muy parecida a la actualidad, pero con la
diferencia de que en aquel tiempo se tronaban ruidosos cohetes y se rezaba al
momento de la entrada de los peregrinos, después de pedir posada.
Desde la mitad del siglo XX, los adornos de faroles se reemplazaron por foquitos de colores y luces eléctricas. Ya no hay músicos vivos y se tocan play list para alegrar la fiesta. En vez de hacer estallar cohetes se distribuyen a los invitados centellantes luces de bengala. Se comenzaron a obsequiar frutas, cacahuates y canastitas con colación a la gente mayor. En el pasado eran canastas de porcelana que se guardaban como recuerdo, pero más tarde se hacían de palma tejida o de cartoncillo, adornadas con papel de china de colores. Hoy en día la colación se reparte en bolsas de plástico con detalles navideños.
Actualmente
no todas las familias conservan las costumbres del pasado y esto se ha
agudizado durante los últimos lustros. En muchas ocasiones, las posadas se han
convertido en bailes de salón, donde ya no se recuerda la razón del festejo.
Sin embargo, vale la pena revivir la tradición de las posadas clásicas como lo
hacen en algunas vecindades o conjuntos habitacionales donde todos los vecinos
colaboran, y cada quien se encarga de algún aspecto de los preparativos para
hacer la ocasión lúcida y agradable. Para ello, te presentamos lo necesario
para organizar una posada tradicional mexicana: Los Peregrinos, libro de
letanías, velas, colaciones, panderos, piñatas, frutas o relacionados:
cacahuates, mandarinas, limas, tejocotes, caña, luces de bengala, papel picado,
si se desea, se puede repartir atole, buñuelos y/o tamales a los invitados.
Para la
celebración se adorna la casa con faroles (y a veces con manteles) de papel
picado, para la procesión, los invitados deben formar una fila y cantar los
párrafos de los villancicos, al frente de ellos deben ir los Santos Peregrinos,
posteriormente, los asistentes se dividen en dos grupos: el primero pedirá
posada fuera de la casa y el segundo se colocará dentro de ella para responder
a los cantos y dar posada.
Al
terminar el acto religioso (que incluye también un Rosario), se repartirá la
colación en canastitas de papel, además de las luces de bengala y los silbatos,
el momento más esperado de la posada llega: la ruptura de la piñata. Una vez
que se haya roto la piñata, se reparte una porción de fruta a cada invitado.
Finalmente se dará por terminada la fiesta degustando un vaso con ponche o
atole para contrarrestar el frío; éstos serán el complemento ideal de los
tamales y los buñuelos hechos en casa. Pero ¿Qué significa la piñata? esa
vasija redonda significa LA TIERRA, el hermoso planeta donde vivimos, que está
lleno de cosas buenas: naturaleza, amor, alegría, gusto, salud, bienestar.
Pero
como resulta que los hombres somos seres LIBRES, o sea que podemos escoger,
elegir... le hemos colocado a este mundo bueno, 7 pecados o actos malos. Los
cuernos de la piñata representan los 7 PECADOS CAPITALES (o sea los 7 grandes
pecados del hombre); estos pecados se disfrazan muy atractivos, divertidos y
con colores brillantes. El palo es quien tiene LAS VIRTUDES que son las ¨cosas
buenas¨ que podrán ayudar a terminar con todos esos pecados. El palo con sus
virtudes va acabando con el mal hasta romper la piñata para dejar salir del
mundo todas las cosas buenas que hay adentro.
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