Samuel Gómez Patiño
Ya viene Nochebuena y enseguida
Navidad, pero aparte de los regalos y las comidas ¿qué esperas para este 24 y
25 de diciembre?
En mi opinión, independientemente
de nuestras creencias o costumbres, estos días deben ser de reflexión; cada uno
de nosotros tenemos que darnos el tiempo para sentarnos a valorar lo que
hicimos durante un año. Si disfruto de las fiestas religiosas, debo tomar el
momento para agradecer al Dios que sigo por lo que tengo y no convertirme en el
seguidor que me acuerdo de él cuando tengo problemas; debe ser la oportunidad
para demostrar que sigo sus palabras y dar sin esperar recibir o compartir con
el que tiene más necesidad, pero sobretodo lograr que la unión familiar se
fortalezca no sólo en la Nochebuena sino todo el año. Amar y respetar a nuestro
prójimo pero sobre todo a la vida.
Al terminar el año, debemos de
hacer cuentas, que fue lo que logramos, lo que dejamos de hacer, lo que lo
compartimos, lo que nos hizo felices, acordarnos de los que se nos adelantaron,
de guardar los mejores momentos y aprender de los peores. Hagamos un paréntesis
en nuestra ajetreada vida.
En mi caso, un suceso me dio
espacio para la reflexión. Por el mes de abril transitaba por una de las
avenidas de la ciudad de Tijuana y vire a la izquierda donde me topé con una
larga fila de automóviles detenidos que, debido al tráfico no permitía que
avanzáramos con rapidez, de echo nos tuvimos que parar totalmente. Estaba
esperando avanzar cuando un carro tipo Ford Explorer me embistió y con el
impacto le pegue al carro enfrente de mí, el resultado mí auto alemán se hizo
suizo..”suizo pedazos”. Al principio no creí que había sido mucho el daño,
inclusive me baje a platicar con la conductora que me embistió quien asustada
me comento que su esposo se iba a ser cargo de las reparaciones de los autos,
ya que yo le pegue a otro que sufrió menores daños. Hasta entonces pude
observar mejor el panorama: todo el cofre hundido hasta destrozar el radiador y
la defensa y focos delanteros, el lado del copiloto a la altura de la cajuela
despedazado con daños en la defensa y fue cuando me pregunté como había salido
ileso de tremendo impacto, con ningún rasguño o molestia física posterior: me
protegió un ángel que tiene años cuidando de mí.
Un mes utilizando el transporte
público o mejor aún caminando para llegar a mis destinos, fue lo que paso
después. Tiempo para reflexionar o alinear mejor mis metas en la vida; mis hijos
terminan su carrera universitaria y cambian mis perspectivas, cumpliendo 30
años de maestro universitario y debo empezar a planear mi jubilación, otro
cambio en mi vida; en fin, tomar decisiones diferentes pero conclusiones
iguales, buscar la felicidad a través de logros de metas nuevas.
En los últimos años he tratado de
cultivar mis conocimientos y los viajes que he realizado junto con las lecturas
que he tenido me han ayudado a tener una visión diferente de la vida y lo que
deseo al final de ella.
Este 2016 me dejo muchas
enseñanzas, nuevos amigos, experiencias diferentes, pero sobretodo la
oportunidad de iniciar nuevos proyectos, uno de ellos el escribir. Durante 30
años he escrito apuntes para mis clases que finalmente ahora se pueden
consultar en una página propia, samuelgomez.mx, con un dominio propio, y
gracias a este diario, El Volcán las columnas que han podido seguir cada semana
desde agosto y que espero hayan sido de su agrado. También hemos participado en
algunas ponencias en conjunto con algunos compañeros que se han presentado en
Tijuana, la Ciudad de México y vía Internet en Hawaii, EE.UU. y las bases para
escribir un libro. Al final debemos orientar todos nuestros esfuerzos a lo que
nos gusta hacer porque finalmente eso es lo que nos va a dar la felicidad y si
lo podemos compartir con nuestros amigos y familiares, mucho mejor porque
podemos sentir una satisfacción plena y de misión cumplida.
Hace poco me preguntaron que si
pudiera pedirle algo a Santa Claus (o en su caso al niño Dios), que le pediría,
pues bien, esta es mi contestación, paz en mi interior, la suficiente para
compartir con los que me rodean, para aprender a vivir tranquilo conmigo mismo,
para preparar el camino para cuando me tenga que marchar y lograr quizás un
deseo que está muy dentro de mí: trascender a través de mis actos, que dejen un
mundo mejor que el que recibí. Feliz Nochebuena y mejor Navidad en compañía de
amigos y familiares.
La próxima semana historias de
Navidad.
Me gustaría leer tú opinión, puedes
escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño
Vicepresidente Educativo del Club
Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja
California
Bonita reflexion, Dios le bendiga
ResponderBorrar