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martes, 29 de noviembre de 2016

Última llamada



Pedro Mariscal



Es la última llamada. Tal parece que esa es la intención de Andrés Manuel López Obrador al visitar, a Zapotlán el Grande. Sin embargo, sabemos que no será así. AMLO seguirá llamando al pueblo a la organización porque “sólo el pueblo organizado, puede salvar a la nación”.




Quienes fuimos a escucharlo tenemos la esperanza en un cambio de gobierno y de modelo económico  en nuestro país, por la vía pacífica. Creemos que aún es posible ese cambio a partir del liderazgo del presidente nacional de MORENA y porque hoy, más que nunca, las reformas estructurales de Peña Nieto y los partidos del Pacto por México, han golpeado fuertemente a la clase trabajadora y a la ciudadanía en general.

La evidencia del desastre nacional que ha provocado este gobierno peñista empuja a los que hemos luchado porque los cambios democráticos sucedan en este país, a escuchar el llamado de Andrés Manuel y dar la batalla para ganar el 2018.

No es posible seguir manteniendo el binomio PRI – PAN, porque ha resultado ser sumamente catastrófico para nuestro país. Y no es creíble, aunque sea pragmática, una alianza PAN – PRD, porque eso significa entregar en brazos del proyecto de las derechas, un girón de la izquierda mexicana que en un tiempo fue baluarte y trinchera de importantes luchas por los derechos civiles, laborales, sociales y de conquistas democráticas.

Para trabajar en la construcción del triunfo de una alternativa progresista como la que representa Andrés Manuel López Obrador, no es indispensable pertenecer a MORENA. Podemos aportar y construir desde la sociedad civil y desde las organizaciones sociales. Creo que allí está la fortaleza y el llamado de AMLO a los “pertenecientes” a las bases sociales de “los otros partidos”, porque al final de cuentas, la crisis provocada por la aplicación de las políticas peñanietistas, nos perjudican a todos.

Si la gente cercana a López Obrador,  y el propio Andrés Manuel, abren las puertas para la participación diversa y plural de la ciudadanía, el proyecto es doblemente posible- y deseable-, porque, si las fuerzas de izquierda, y el ala progresista de este país, no ganamos la presidencia de la república en el 2018, pasarán más de treinta  años después de esta fecha, para que un liderazgo con presencia nacional vuelva a surgir y a empoderarse con la fuerza necesaria para disputar el poder a las  oligarquías depredadoras que gobiernan México.


   


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