Pedro
Mariscal
Es la
última llamada. Tal parece que esa es la intención de Andrés Manuel López
Obrador al visitar, a Zapotlán el Grande. Sin embargo, sabemos que no será así.
AMLO seguirá llamando al pueblo a la organización porque “sólo el pueblo
organizado, puede salvar a la nación”.
Quienes
fuimos a escucharlo tenemos la esperanza en un cambio de gobierno y de modelo
económico en nuestro país, por la vía
pacífica. Creemos que aún es posible ese cambio a partir del liderazgo del
presidente nacional de MORENA y porque hoy, más que nunca, las reformas
estructurales de Peña Nieto y los partidos del Pacto por México, han golpeado
fuertemente a la clase trabajadora y a la ciudadanía en general.
La
evidencia del desastre nacional que ha provocado este gobierno peñista empuja a
los que hemos luchado porque los cambios democráticos sucedan en este país, a
escuchar el llamado de Andrés Manuel y dar la batalla para ganar el 2018.
No es
posible seguir manteniendo el binomio PRI – PAN, porque ha resultado ser
sumamente catastrófico para nuestro país. Y no es creíble, aunque sea
pragmática, una alianza PAN – PRD, porque eso significa entregar en brazos del
proyecto de las derechas, un girón de la izquierda mexicana que en un tiempo
fue baluarte y trinchera de importantes luchas por los derechos civiles,
laborales, sociales y de conquistas democráticas.
Para
trabajar en la construcción del triunfo de una alternativa progresista como la
que representa Andrés Manuel López Obrador, no es indispensable pertenecer a
MORENA. Podemos aportar y construir desde la sociedad civil y desde las
organizaciones sociales. Creo que allí está la fortaleza y el llamado de AMLO a
los “pertenecientes” a las bases sociales de “los otros partidos”, porque al
final de cuentas, la crisis provocada por la aplicación de las políticas
peñanietistas, nos perjudican a todos.
Si la
gente cercana a López Obrador, y el
propio Andrés Manuel, abren las puertas para la participación diversa y plural
de la ciudadanía, el proyecto es doblemente posible- y deseable-, porque, si
las fuerzas de izquierda, y el ala progresista de este país, no ganamos la
presidencia de la república en el 2018, pasarán más de treinta años después de esta fecha, para que un
liderazgo con presencia nacional vuelva a surgir y a empoderarse con la fuerza
necesaria para disputar el poder a las
oligarquías depredadoras que gobiernan México.
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