Samuel Gómez Patiño
Cuando trabajaba como encargado de
personal de un grupo de zapaterías, salía todas las mañanas hacia la oficina,
me iba caminando alrededor de 15 cuadras y en el trayecto cruzaba por el parque
Teniente Miguel Guerrero (héroe de la ciudad de Tijuana), atravesando por el
centro del mismo donde se encuentra el quiosco.
Un día de tantos una persona se me
acerco deteniendo mi caminar y mis pensamientos. Era una persona adulta,
calculo que entrando a los 50’s, pulcramente vestido y arreglado en lo
personal, afeitado y peinado de su cabello cano, su overol muy limpio y al
cinto sus herramientas muy bien acomodadas y limpias. Al detener mi paso, se
disculpó y me dijo:
-Disculpe que lo interrumpa, pero
quiero darle las gracias por cambiar mi vida.
Este comentario me lleno de
asombro, no recordaba a la persona, supuse que no lo conocía, ¿Cómo podría haber
cambiado a una persona que hasta ese momento nunca lo había visto? Entonces me
comento ante mi asombro:
-Hasta hace unos días me la pasaba
en este parque todo el tiempo tirado en algún lugar, generalmente borracho. Por
culpa del alcoholismo había perdido mi trabajo, soy electricista (eso explicaba
su vestimenta) pero perdí mi trabajo, después mi familia, mis hijos y esposa me
dejaron y al quedarme solo me hundí más en mi enfermedad. Años de infierno
terminaron convirtiendo mi persona en un pobre ser, desesperado y sin ganas de
vivir.
Y entonces me explico:
-Lo empecé a observar, que todos
los días usted pasaba por aquí, vestido siempre de traje y cargando con usted
esa fe que tiene en Dios. La seguridad de su persona empezó a llamar mi
atención.
Sus palabras me causaron asombro,
no soy una persona religiosa, pero soy muy respetuoso de las personas que no
presumen su fe, sino que la profesan. Cuantas personas conocemos que hablan de
Dios y defienden su religión a capa y espada, pero siguen vendiendo droga,
mintiendo, robando a su prójimo, y rompiendo todos aquellos conceptos que
domingo a domingo en la misa prometen seguir. En fin, me parece que uno de los
problemas mundiales son las personas, de cualquier religión que no siguen los
principios espirituales, sino a su conveniencia los propios sin importar el
daño que ocasionen.
Y el señor prosiguió:
-Todas las mañanas pasa por el
parque cargando su biblia, se ve que la fe que usted tiene siempre lo acompaña.
¿Mi biblia?, pensé. Entonces me di
cuenta. En esa época no existía el Internet, las computadoras, tabletas o los
teléfonos inteligentes, por lo tanto, siempre cargaba conmigo mi agenda, de
color miel, donde tenía mi información, como números telefónicos y las
actividades a realizar durante el día. Supongo que mi forma de vestir y cargar
siempre conmigo mi agenda, y la búsqueda de él de seguir viviendo lo hicieron
creer que era una biblia.
-Gracias a usted, hoy soy una nueva
persona, quiero recuperar mi trabajo y a mi familia, y no quería dejar de
agradecerle por su ayuda.
Este acontecimiento me dejo una
gran lección que todo líder debe de tomar de forma responsable: siempre estamos
en el aparador.
Para la persona de este relato,
ante su necesidad de cambiar encontró a alguien que le mostro el camino que él
quería recorrer. En su necesidad de recuperarse se aferró a cambiar su vida
imitando a quien considero el ejemplo a seguir. Por cierto, no le comente que
era una agenda, solo le invite a seguir por este mismo camino que ahora había
encontrado y le desee que recuperara su trabajo y familia.
Con el tiempo he aprendido que
debemos estar preparados, porque al estar dirigiendo un negocio, una escuela,
nuestra familia, un equipo deportivo o a cualquier grupo, estamos visibles ante
ellos y cualquier gesto, ademan o acción que realizamos nos hacen susceptibles
de la crítica de los demás, para lo cual no siempre estamos preparados para
aceptar y reflexionar, pero también nos da la oportunidad de lograr cambios en
las personas que nos siguen. Al nacer lo único seguro que tenemos es que vamos
a morir, llegar a ser el líder de cualquier grupo puede ser una consecuencia de
los acontecimientos pero también, para algunas personas es parte de su
preparación para lograr cambios en nuestra sociedad.
La siguiente semana, Malala la niña
que se convirtió en líder de su país gracias a un acontecimiento: una bala en
su cabeza.
Me gustaría leer tú opinión, puedes
escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño
*Vicepresidente Educativo del Club
Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja
California
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